Lo milagroso de los milagros

Por: Sharon Calderón Gordo

 La Iglesia de Roma sigue tolerando y aún favoreciendo, en pleno siglo XXI, que se introduzcan nuevos e increíbles cultos supersticiosos En enero de 2005 se adelantaron parte de las conclusiones de la «comisión de expertos» (o «consejo de sabios», que diría el otro) encargados de juzgar si la maravilla de la virgencita de Civitavecchia, esto es, que llore sangre, es un fraude bien tramado o una realidad inamovible. El afortunado propietario de la figura mariana, un electricista italiano llamado Fabio Gregori, sostuvo públicamente que, en febrero de 1995, la estatuilla que el sacerdote español Pablo Martín le trajo desde Bosnia-Herzegovina, había llorado sangre, y que no lo hizo sólo una vez, sino en varias ocasiones.

Curiosamente en el lugar del que procede la figura, Medjugorje, ya se daban desde 1981 supuestas apariciones de la Virgen, a las que Roma trataba con la prudencia y «mano izquierda» que ha caracterizado a la Iglesia Católica. El secretario de la Comisión para la Doctrina de la Fe (de la que era prefecto el Cardenal Joseph Ratzinger, alias Papa Benedicto XVI), Tarcisio Bertone, escribió en 1998, en respuesta al requerimiento del obispo francés Gilbert Aubry: CONGREGATIO PRO DOCTRINA FIDEI Pr. N. 154/81-06419 Ciudad del Vaticano, Palacio S. Oficio 26 de mayo, 1998 A Su Ecc. Mons. Gilbert Aubry, Obispo de Saint-Denis de la Reunión Excelencia, con la carta del 1º de enero 1998 Vd. somete a este Dicasterio diversas cuestiones concernientes a la posición de la Santa Sede y del Obispo de Mostar, con referencia a las llamadas «apariciones» de Medjugorje, a las peregrinaciones privadas y a la atención pastoral de los fieles que llegan a aquel lugar.

Al respecto y considerando imposible responder a cada una de las peticiones planteadas por vuestra Excelencia, debo ante todo precisar, que no es norma de la Santa Sede asumir, en primera instancia, una posición propia y directa sobre supuestos fenómenos sobrenaturales. Este Dicasterio, por lo que concierne a la credibilidad de las «apariciones» en cuestión, se atiene sencillamente a lo establecido por los obispos de la ex-Yugoslavia, en la declaración de Zadar del 10.4.1991.: «…En base a las indagaciones realizadas hasta hoy, no es posible afirmar que se trate de apariciones o de revelaciones sobrenaturales». Tras la división de Yugoslavia en diferentes naciones independientes, correspondería ahora a los miembros de la Conferencia Episcopal de Bosnia-Herzegovina, reemprender eventualmente el examen de la cuestión y emitir, si el caso lo requiere, nuevas declaraciones.

Cuanto afirma S. E. Mons. Peric en una carta al Secretario General de Famille Chretiénne, es decir que «Mi convicción y posición no es sólo `No consta la sobrenaturalidad`, sino igualmente aquella de `consta la no sobrenaturalidad de las apariciones o revelaciones de Medjugorje`», debe considerarse como expresión de una convicción personal del Obispo de Mostar, el cual, como ordinario del lugar tiene todo el derecho de expresar lo que sea, pero será siempre una opinión personal.

Finalmente y por lo que respecta a las peregrinaciones a Medjugorje realizadas privadamente, esta Congregación retiene que son permitidas a condición de que no sean consideradas como una autentificación de los acontecimientos en curso y que requieren aún, un examen por parte de la Iglesia. Mons. Tarcisio Bertone (secretario de la Congregación presidida por el Card. Ratzinger) La declaración de Zadar a la que se refiere el Secretario de la Congregatio pro doctrina fidei tuvo lugar durante la sesión ordinaria de la Conferencia episcopal de Yugoslavia, celebrada del 9 al 11 de abril de 1991 y ha servido como referencia de todas las declaraciones oficiales de la Iglesia en lo que a las apariciones de Medjugorje se refiere: Los obispos, desde el mismo comienzo, han venido siguiendo los acontecimientos de Medjugorje a través del Obispo de la diócesis (Mostar), la comisión de Obispos y la comisión sobre Medjugorje, de la Conferencia de Obispos de Yugoslavia. Basándose en las investigaciones hasta ahora realizadas, no puede afirmarse que se esté tratando de apariciones sobrenaturales y revelaciones.

Sin embargo, las numerosas reuniones de fieles que, desde diferentes partes del mundoacuden a Medjugorje, inspirados tanto por motivos de fe como por otros varios, requieren la atención y el cuidado pastoral, primeramente del Obispo diocesano, y con él, también de los otros Obispos, para que, en Medjugorje y en todo aquello que esté relacionado con ello, sea promovida una sana devoción a la bienaventurada Virgen María, de acuerdo con la enseñanza de la Iglesia. Para este propósito, los Obispos darán directrices litúrgico-pastorales apropiadas. Asimismo, a través de su comisión, continuarán manteniéndose cercanos, e investigando todo cuanto acontece en Medjugorje. Los Obispos de Yugoslavia (10-04-1991) Sorprende saber que el actual Obispo de Mostar, Monseñor Ratko Peric, tal y como hiciera su antecesor en la diócesis, Mons. Pavao Zanic, sostiene que las apariciones de la Virgen no son auténticos milagros.

Según algunos la negativa de Ratko Peric respondería a cuestiones personales: las malas relaciones con la congregación franciscana, responsable de la parroquia de Medjugorje. De hecho, en la página «oficial» de las apariciones de Medjugorje se hace alusión a ese más que posible enfrentamiento entre el obispado y los franciscanos: A menudo sucede que los organizadores de las peregrinaciones, líderes de los Centros de Paz y de los grupos de oración plantean diversas preguntas sobre novedades espectaculares con respecto a las apariciones de la Virgen, a presuntas declaraciones de los videntes y a la posición de los franciscanos de Herzegovina. […] Todos los franciscanos que actualmente viven en la parroquia de Medjugorje, cumplen su función con el mandato del obispo local Mons. Ratko Peric, y tienen mandato canónico para el cumplimiento de su servicio sacerdotal. (http://www.medjugorje.hr) Sobra decir que esta página web, que se define como «voz oficial» de «todas las informaciones importantes y necesarias vinculadas a los acontecimientos de Medjugorje», está auspiciada por los frailes franciscanos de Medjugorge. Baste decir que, para lo que aquí nos interesa, esto es, ejemplificar la actitud de la Iglesia de Roma ante los milagros, las «apariciones de Medjugorge» suponen un «caso práctico» de incuestionable valor.

La respuesta de Roma es «clara»: no afirmamos, pero tampoco negamos. Y al amparo de esta prudente respuesta, lo cierto es que las apariciones de Medjugorge se han convertido, para miles de devotos seguidores, en apariciones verdaderas. Toda una maquinaria organizativa en torno a las «visiones» de seis adolescentes en 1981 que incluye una página web traducida a siete idiomas (croata, inglés, francés, alemán, italiano, polaco y español) en la que se puede estar perfectamente informado de todo lo relacionado con las apariciones marianas: últimas apariciones, actualidad de los «videntes», una descripción detallada de la virgen (aproximadamente 1,65 m. de altura, unos 60 kg. de peso, de entre 18 y 20 años, de piel blanca, siempre de pie…), los mensajes transmitidos, llamativas estadísticas (por ejemplo, más de 18 millones y medio de «santas comuniones distribuidas»), programación semanal de oraciones, guía del «santuario», programación de encuentros internacionales (el próximo mes de marzo se celebrará ya la décimo tercera edición de los «encuentros internacionales de líderes de centros de paz, grupos de oración, de peregrinos y de asociaciones caritativas de Medjugorje», al que se puede uno inscribir por el módico precio de 60 euros por persona). Todo un ejemplo de prudencia con unos acontecimientos que, si bien, no tienen por qué ser verdaderos, la cuestión sobre su «veracidad» es ya irrelevante.

La historia de los milagros o sucesos maravillos es cruel y no deja en muy buen lugar al crédulo prójimo que prefiere ver la intervención divina detrás de asuntos que más tienen que ver con el genio (o el ingenio) humano. De nada ha de servir que se muestre con hechos irrefutables las mentiras de los milagros, porque el milagro no es únicamente ese suceso increíble, que se sale fuera de la norma, el milagro es toda una nebulosa de creencias, normas, &c. tan difícil de penetrar y destruir que ni la realidad misma puede con ella. ¿Si no cómo explicar el caso de la sangre del santo Genaro? Cuando Nápoles se entrega a la licuación del contenido del relicario de plata, debería tener en cuenta que su amado santo no sólo resistió, según dicen, las llamas de la hoguera en la que le arrojaron, las fauces de las bestias salvajes a las que le entregaron, sino también a las conclusiones de L. Garlaschelli, F. Ramanccini y S. della Sala en la revista Nature, que proponen la tixotropía como explicación más que probable del fenómeno de la licuación.

Claro que, como dice el axioma escolástico, «argumento que prueba mucho, nada prueba», y los ardorosos intentos de feroces anticlericales por apartar la licuación del camino del milagro, han hecho que se tenga el mismo respeto por la hipótesis mentalista (aquella que otorga al deseo de los fervorosos napolitanos de ver licuada la sangre la causa del milagro; algo así como un concilio de mentes unidas con un mismo propósito: de sólido a líquido –totalmente ridícula, sobra decirlo–), que por el trabajo de los investigadores italianos, que concluyen: La naturaleza química de la reliquia de Nápoles sólo puede ser establecida abriendo el vial [en el que se encuentra la sangre del santo], pero un análisis completo está prohibido por la Iglesia Católica. Nuestra repetición de este fenómeno parece mostrar este sacrifico como innecesario. ¿Innecesario? Quizá abierto el vial y demostrado el engaño se fortifique la fe del napolitano, porque no se trata aquí de ir contra el hecho concreto, sino contra la creencia que lo sustenta.

Bien sabe Roma que es difícil encontrar, en los tiempos que corren, un suceso maravilloso, y que éste antes que ayudar a la Santa Madre Iglesia, puede hundirla en el ridículo. Y el mismo Feijoo, tratando precisamente sobre «La multitud de milagros» así lo afirmaba, desde una ciudad con reliquias que no hacen milagros, desde Oviedo: «¡Cuántos Párrocos, por interesarse en dar fama de Milagros a alguna Imagen de su Iglesia, le atribuyen Milagros que no ha habido! … debiera tener presente para su observancia la sabia disposición del Santo Concilio de Trento, que manda no admitir milagro nuevo alguno, sin preceder examen, y aprobación del Obispo.» (Feijoo, Cartas eruditas y curiosas, 1:43.) Il portale de la cittá, www.civitavecchia.com, da cuenta del suceso «paranormal […] que ha suscitado la atención del Santo Padre», así dice, en la sección dedicada a «Atracciones de la ciudad», junto a otros indudables atractivos turísticos como Il mare, il porto turistico Riva di Traiano, un piccolo centro termale, y varios itinerarios turísticos por dentro y fuera de la cittá.

La cuestión está en conocer los motivos que han llevado a las portadas de los algunos importantes periódicos la noticia del milagro sin que éste haya sido reconocido por Roma. La primera de las razones quizá sea que el autor del famoso informe que confirmaría el suceso como de «naturaleza divina» ha sido elaborado por Vittorio Messori, periodista italiano que ya entrado en años abrazó la religión católica, y editor literario del best-seller, Cruzando el umbral de la esperanza, de Juan Pablo II. Otro de los nombres relevantes que figuran en el informe es el de Girolamo Grillo, Obispo de Civitavecchia-Tarquina, cuyo interés para la investigación, según lo que el periódico el Corriere della Sera ha filtrado, radica en su «escepticismo».

Dice Messori en sus papeles que la virgen lloró entre las manos de Grillo, ¿qué podía hacer el obispo? Un geólogo quizá hubiera sacrificado la figura y la hubiera roto en mil pedazos, para someterlos a un minucioso análisis, un químico quizá hubiera obtenido una muestra del líquido que brotaba de la figura para analizarlo… pero el obispo, ¿qué podía hacer el obispo?: «casi desmayado, me dejo caer en una silla, he podido morir del impacto; sufrí un shock tremendo, que me dejó trastornado también durante los días siguientes». Bien es cierto que la figura fue sometida a varios análisis, pero la duda vuelve a planear sobre el incauto escéptico cuando descubre que esos análisis fueron realizados en la conocida Clínica Gemelli (a causa de los continuos ingresos de Juan Pablo II), unida a la Universidad Católica del Sagrado Corazón, fundada en 1921, entre otros, por el franciscano Agustín Gemelli. Fray Gemelli fue un encendido defensor de los milagros de Lourdes «contra algunos círculos médicos ligados a la masonería, los cuales trataban de difundir entre el pueblo y la clase culta sus negaciones y su agnosticismo» (extraído de la biografía de Agustín Gemelli que las páginas de la Universidad Católica ofrece). Vitorio Messori, el que algunos llaman «confidente del Papa», Girolamo Grillo, el Obispo de Civitavecchia y el «prestigioso experto mariano», el teólogo Stefano de Fiores, son tres de los pilares sobre los que se sustenta la afirmación de que, efectivamente, estamos ante un milagro. ¿Se desvanecería el milagro si la investigación fuese llevada a cabo por budistas, musulmanes o, mejor, ateos? Seguramente alguna vocación tambalearía, pero, al igual que ocurre con la sangre de San Genaro, el milagro hunde sus raíces en una nebulosa tan espesa que aún demostrándose falso, seguirá figurando como attrazione de la cittá.

Poder Papal

Lo que ahora llamamos papas eran al principio los obispos de Roma (un obispo entre obispos hermanos de otras ciudades). Luego ellos se hicieron papas, con poder sobre toda la Iglesia.
Luego se hicieron tan poderosos que fueron capaces de destronar a reyes y emperadores. Se hicieron tan poderosos que fueron capaces de obligar a los reyes a usar su poder secular para hacer cumplir la Inquisición, que era conducida por sacerdotes y monjes Católicos.
En 1870, el Papa, fue declarado, infalible.
El proceso de aumentar el poder papal fue influenciado por documentos falsificados que cambiaron la percepción de la gente de la historia del papado y de la Iglesia.
Una de las falsificaciones más famosas es el ” Pseudo-Isidorian Decretals, ” que fueron escritos alrededor del 845 Año de Cristo. (También conocidos como ” Falso Decretos “.)
Consisten de 115 documentos que supuestamente han sido escritos por los primeros papas.
La Enciclopedia Católica admite que estas son falsificaciones.
Dice que el objetivo de estos documentos falsificados era permitir a la Iglesia ser independiente del poder secular, e impedir al laicado gobernar la Iglesia. En otras palabras, su objetivo era aumentar el poder del Papa y la Iglesia Católica. Además de los documentos que eran falsificaciones totales, han sido alterados documentos genuinos. (Ciento veinticinco documentos genuinos tienen material falso agregado) lo que aumento el poder del Papa. Muchos documentos tempranos han sido cambiados para decir lo opuesto a lo que decían al principio. Una de las falsificaciones es una carta que falsamente ha sido atribuida a San Ambrosio.
Decía que si una persona no está de acuerdo con la Santa Sede, entonces él o ella es un hereje.
Esto es un ejemplo de cómo el poder Papal ha sido promovido proclamando fraudulentamente la autoridad de los Primeros Padres sumamente respetados. Otra falsificación famosa del siglo noveno fue la “Donación de Constantino”.
Demandará que el Emperador Constantino diera las provincias occidentales del Imperio romano al Obispo de Roma. El Papa acostumbraba reclamar autoridad en asuntos seculares. Cuando los Cristianos griegos intentaban discutir cuestiones con la Iglesia de Roma, los Papas a menudo usaban documentos falsificados para destruir sus reclamos. Esto pasó con tanta frecuencia que durante 700 años los Griegos se referían a Roma como ” la casa de las falsificaciones “.
Durante trescientos años, los “Decretos Pseudo-Isidoros” y otras falsificaciones han sido usadas por los Papas Romanos para reclamar autoridad sobre la Iglesia en el Este.
El Patriarca de Constantinopla rechazó estos falsos reclamos de primacía. Esto terminó en la separación de la Iglesia Ortodoxa de la Iglesia Católica Romana. En medio del siglo veinte, un monje llamado Gracian escribió el “Decretum”, que se convirtió en la base para el Derecho canónico (el sistema legal para controlar la Iglesia Católica). Contenía numerosas citas de documentos falsificados.
Gracian sacó muchas de sus conclusiones de aquellas citas. Gracian sacó 324 pasajes que supuestamente habían sido escritos por los papas de los primeros cuatro siglos. De aquellos pasajes, sólo once son genuinos. Las otras 313 citas son falsificaciones.
En el decimotercer siglo, Tomás de Aquino escribió la ” Summa Theologica ” y numerosos otros trabajos. Sus escritos son la base para la teología escolástica. Aquino uso el “Decretum” de Gracian para las citas de los padres de la Iglesia y los primeros papas. [Note 9] Aquino también usó documentos falsificados que él pensó eran genuinos. [Note 10] La importancia de la teología de Tomás de Aquino puede verse en la encíclica del Papa Pío X sobre el sacerdocio.
En 1906, Pío dijo que en su estudio de filosofía, teología, y Escritura, los hombres que estudian para el sacerdocio deberían seguir las direcciones dadas por los papas y la enseñanza de Tomás de Aquino. [Esta encíclica papal está disponible en línea Nota 11 que da direcciones.] William Webster es el autor ” de la Iglesia de Roma en el Foro de la Historia “. (Recomiendo este libro.) Su sitio web tiene un artículo titulado ” Falsificaciones y el Papado: la Influencia Histórica y el Empleo de Falsificaciones en la Promoción de la Doctrina del Papado “.
El artículo da información detallada sobre los ” Decretos Pseudo-Isidoros ” y otros documentos falsificados, mostrando su influencia sobre el papado y sobre la Iglesia católica.

Cuatro citas de su artículo están debajo.
” En medio del siglo noveno, comenzó un cambio radical en la Iglesia Occidental, que dramáticamente alteró la Constitución de la Iglesia, e instaló el trabajo fundamental para el desarrollo completo del papado. El papado nunca podría haber surgido sin una reestructuración fundamental de la Constitución de la Iglesia y de las percepciones de la gente de la historia de aquella Constitución. Mientras los hechos verdaderos de historia de Iglesia fueran bien conocidos, esto serviría como un parachoques contra cualquier ambición ilegal. Sin embargo, en el 9o siglo, ocurrió una falsificación literaria que revolucionó completamente el antiguo gobierno de la Iglesia Occidental. Esta falsificación es conocida como los “Decretos Pseudo-Isidoros, ” escrito alrededor del 845 Año del Señor.
Los “Decretos” son una completa fabricación de la historia de la Iglesia. Ellos exponen precedentes para el ejercicio de la autoridad soberana de los papas sobre la Iglesia universal antes del siglo cuarto y hacen parecer que los Papas siempre ejercieron el dominio soberano y tuvieron la autoridad final hasta sobre Concilios de Iglesia.
Los hechos históricos revelan que el Papado nunca fue una realidad en lo que se refiere a la Iglesia universal. Hay muchos historiadores Católicos eminentes que han declarado sobre ese hecho así como sobre la importancia de las falsificaciones, sobre todo los de “Pseudo-Isidoro”. Uno de esos historiadores es Johann Joseph Ignaz von Dollinger.
Él fue el historiador Católico más renombrado del siglo pasado, quien enseñó la historia de la Iglesia durante 47 años como Católico Romano (Webster cita extensamente de Dollinger) además de “Decretos Pseudo Isidoros” había otras falsificaciones que han sido exitosamente usadas para la promoción de la primicia de la doctrina Papal. Un caso famoso es el de Tomás de Aquino.

En 1264 Año del Señor. Tomas fue autor de un trabajo titulado ‘Contra los Errores de los Griegos’. Este trabajo se ocupa de las cuestiones de debate teológico entre las Iglesias griega y romana en aquellos días sobre tales asuntos como la Trinidad, la Procesión del Espíritu Santo, el Purgatorio y el Papado. En su defensa del papado Tomas basa prácticamente todo su argumento en las citas falsificadas de los Padres de la Iglesia…. Estas citas falsas tuvieron enorme influencia sobre muchos teólogos Occidentales en siglos sucesivos. Los reclamos de autoridad del catolicismo romano finalmente avanzan sobre la institución del papado.
El papado es el centro y la fuente de la que fluye toda autoridad para el catolicismo romano.
Roma hace mucho ha proclamado que esta institución ha sido establecida por Cristo y ha estado vigente en la Iglesia desde el principio mismo. Pero el registro histórico da una imagen muy diferente.
Esta institución ha sido promovida principalmente por la falsificación del hecho histórico por el extenso empleo de falsificaciones como lo demuestra el contrito Tomás de Aquino con el Papado.