PNL y negligencia intelectual.

PNL y negligencia intelectual.

Por: Francisco Ascarza. Publicado originalmente en el blog Insurrectos.

En sociedades presididas en principio por la racionalidad, cuando ésta se diluye o se disloca, los ciudadanos se ven tentados a recurrir a formas de pensamiento prerracionalistas. Se vuelven hacia la superstición, lo esotérico, lo ilógico, y están dispuestos a creer en varitas mágicas capaces de transformar el plomo en oro y los sapos en príncipes.” Del libro “Un mundo sin rumbo: crisis de fin de siglo”, de Ignacio Ramonet.

Una mirada a la irracionalidad contempla, asimismo, un acercamiento hacia las pseudociencias. A éstas podríamos definirlas como un conjunto de conocimientos que pretende tener caracter científico, pero que carece de el. Según el filósofo Paul Kurtz, en “Is parapsychology a science?” (1978/1981, The Skeptical Inquirer, Vol 3. nº.2, pp. 14-23), estos modelos pseudocientíficos
a) no utilizan métodos experimentales rigurosos en sus investigaciones;
b) carecen de un armazón conceptual contrastable;
c) afirman haber alcanzado resultados positivos, aunque sus pruebas son altamente cuestionables, y sus generalizaciones no han sido corroboradas por investigadores imparciales.

pnl

Y es en este contexto que se enmarca la Programación Neurolingüística o PNL. En efecto, según el artículo publicado por Alejandro Borgo en la revista del CAIRP (Centro Argentino para la Investigación y Refutación de la Pseudociencia, ya disuelto), el Consejo Nacional de Investigación, creado por la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos, encomendó al Comité de Técnicas para el Mejoramiento del Desempeño Humano la tarea de investigar la PNL con el objeto de determinar su validez como técnica terapéutica y de aprendizaje. Las conclusiones son claras (pueden leerse completas en http://www.nap.edu/openbook.php?record_id=1025&page=141). He aquí algunas:

Muchas de las teorías a las que apela la PNL y que se citan como congruentes con ella, no tienen aceptación científica (teoría del cerebro holográfico de Pribram, y la descripción del cerebro estadístico de John).
Los experimentos presentados en apoyo de la PNL no son satisfactorios.
– Hay errores en la descripción de procesos biológicos básicos. Ejemplo: una sinápsis se define como una conexión dendrita-dendrita, en vez de dendrita-axón.
– Las referencias biológicas y psicológicas están desactualizadas. No se menciona la neurotransmisión cuando se habla de la organización cerebral y lo que se cita de psicología cognitiva omite los últimos 20 años de trabajo.
– La conclusión general es que no hay evidencia empírica, hasta la fecha, que permita sostener tanto las pretensiones como la eficacia de la PNL.

En definitiva, la PNL no se sostiene como una disciplina confiable y se presta para la manipulación de incautos y el beneficio económico de los gurús que la defienden.
Y sin embargo, es importante hacer notar que en nuestro medio se está poniendo de moda. El mes pasado recibí por lo menos dos invitaciones a charlas acerca de este tema. Charlas que por cierto, no eran gratuitas.

Entonces, ¿qué extrañas fuerzas mueven a empresarios, artistas, universitarios, oficinistas y gente de toda índole a experimentar en estas turbias aguas? ¿qué misterioso componente convierte a esta pseudociencia en exitosa?.

La respuesta a estas preguntas transita el camino del engaño y la pereza intelectual. En efecto, la programación neurolinguistica se atribuye una engañosa respetabilidad al hacer alarde de un lenguaje que, por la utilización de vocablos ciéntificos, pretende ser serio. Tal como lo hiciera notar Michael Corballis en “Are we in our right minds?” (1999) [1]: “la PNL es un título completamente falso, diseñado para dar la impresión de respetabilidad científica”. Y es bien sabido que muchos sucumben a la tentación de quedarse con la cáscara: “si suena bien, ha de ser cierto”.

Es esta actitud facilista la que proporciona tierra fértil para el éxito de charlatanerías de esta índole. Y ese facilismo, que caracteriza el comportamiento de muchos individuos, va de la mano de la pereza intelectual. Estas personas son reacias a preguntarse acerca de la esencia de las cosas. Prefieren una mentira simple e ingeniosa a una verdad que los obligue a razonar. La superficie es su habitat. Dificilmente puedan comprender la belleza de la profundidad. Se regodean en el término y no en el significado. Se les invita a aprender, pero se excusan diciendo que el tiempo que tienen es corto. Entonces es más sencillo ser un seguidor. Simplemente se engulle lo que otros masticaron.

A veces me pregunto si es razonable preocuparse por gente así. Me tienta responder con un silencio indiferente. Despues de todo, cada quien hace de su vida lo que quiere. Pero entonces recuerdo que por culpa de esta negligencia intelectual, gran parte de la historia de la humanidad está cubierta por un manto de sangre resultante de los crímenes cometidos en nombre de todo tipo de dogmatismos y supercherías.

Entonces dejo de lado el sueño de la madrugada para escribir.

Referencias:

[1] Michael Corballis (1999)
Corballis, MC., “Are we in our right minds?” In Sala, S., (ed.) (1999), Mind Myths: Exploring Popular Assumptions About the Mind and Brain Publisher: Wiley, John & Sons. ISBN 0-471-98303-9 (pp. 25-41) see page p.41

Otras referencias:

Eric Einspruch y Bruce Forman
Einspruch, E. L., & Forman, B. D. (1985). “Observations Concerning Research Literature on Neuro-Linguistic Programming”. Journal of Counseling Psychology, 32(4), 589-596.

Barry Beyerstein (1995)
Beyerstein, B. ‘Distinguishing Science from Pseudoscience’, Centre for Professional and Curriculum Development, Dept. Psychology, Simon Fraser University.

Grant Devilly (2005)
“Power therapies and possible threats to the science of psychology and psychiatry” Australian and New Zealand Journal of Psychiatry 39:437–45(9)

PNL y negligencia intelectual

PNL y negligencia intelectual

Por: Francisco Ascarza. Publicado originalmente en el blog Insurrectos.

En sociedades presididas en principio por la racionalidad, cuando ésta se diluye o se disloca, los ciudadanos se ven tentados a recurrir a formas de pensamiento prerracionalistas. Se vuelven hacia la superstición, lo esotérico, lo ilógico, y están dispuestos a creer en varitas mágicas capaces de transformar el plomo en oro y los sapos en príncipes.”  –“Un mundo sin rumbo: crisis de fin de siglo”, de Ignacio Ramonet.

Una mirada a la irracionalidad contempla, asimismo, un acercamiento hacia las pseudociencias. A éstas podríamos definirlas como un conjunto de conocimientos que pretende tener caracter científico, pero que carece de el.

Según el filósofo Paul Kurtz, en “Is parapsychology a science?” (1978/1981, The Skeptical Inquirer, Vol 3. nº.2, pp. 14-23), estos modelos pseudocientíficos:

  • a) no utilizan métodos experimentales rigurosos en sus investigaciones;
  • b) carecen de un armazón conceptual contrastable;
  • c) afirman haber alcanzado resultados positivos, aunque sus pruebas son altamente cuestionables, y sus generalizaciones no han sido corroboradas por investigadores imparciales.

Y es en este contexto que se enmarca la Programación Neurolingüística o PNL. En efecto, según el artículo publicado por Alejandro Borgo en la revista del CAIRP (Centro Argentino para la Investigación y Refutación de la Pseudociencia, ya disuelto), el Consejo Nacional de Investigación, creado por la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos, encomendó al Comité de Técnicas para el Mejoramiento del Desempeño Humano la tarea de investigar la PNL con el objeto de determinar su validez como técnica terapéutica y de aprendizaje.

Las conclusiones son claras (pueden leerse completas en http://www.nap.edu/openbook.php?record_id=1025&page=141). He aquí algunas:

Muchas de las teorías a las que apela la PNL y que se citan como congruentes con ella, no tienen aceptación científica (teoría del cerebro holográfico de Pribram, y la descripción del cerebro estadístico de John).
Los experimentos presentados en apoyo de la PNL no son satisfactorios.
– Hay errores en la descripción de procesos biológicos básicos. Ejemplo: una sinápsis se define como una conexión dendrita-dendrita, en vez de dendrita-axón.
– Las referencias biológicas y psicológicas están desactualizadas. No se menciona la neurotransmisión cuando se habla de la organización cerebral y lo que se cita de psicología cognitiva omite los últimos 20 años de trabajo.
– La conclusión general es que no hay evidencia empírica, hasta la fecha, que permita sostener tanto las pretensiones como la eficacia de la PNL.

En definitiva, la PNL no se sostiene como una disciplina confiable y se presta para la manipulación de incautos y el beneficio económico de los gurús que la defienden. Y sin embargo, es importante hacer notar que en nuestro medio se está poniendo de moda. El mes pasado recibí por lo menos dos invitaciones a charlas acerca de este tema. Charlas que por cierto, no eran gratuitas.

Entonces, ¿qué extrañas fuerzas mueven a empresarios, artistas, universitarios, oficinistas y gente de toda índole a experimentar en estas turbias aguas? ¿qué misterioso componente convierte a esta pseudociencia en exitosa?.

La respuesta a estas preguntas transita el camino del engaño y la pereza intelectual. En efecto, la programación neurolingüística se atribuye una engañosa respetabilidad al hacer alarde de un lenguaje que, por la utilización de vocablos ciéntificos, pretende ser serio.

Tal como lo hiciera notar Michael Corballis en “Are we in our right minds?” (1999) [1]: “la PNL es un título completamente falso, diseñado para dar la impresión de respetabilidad científica”. Y es bien sabido que muchos sucumben a la tentación de quedarse con la cáscara: “si suena bien, ha de ser cierto”.

Es esta actitud facilista la que proporciona tierra fértil para el éxito de charlatanerías de esta índole. Y ese facilismo, que caracteriza el comportamiento de muchos individuos, va de la mano de la pereza intelectual. Estas personas son reacias a preguntarse acerca de la esencia de las cosas. Prefieren una mentira simple e ingeniosa a una verdad que los obligue a razonar. La superficie es su habitat.

Difícilmente puedan comprender la belleza de la profundidad. Se regodean en el término y no en el significado. Se les invita a aprender, pero se excusan diciendo que el tiempo que tienen es corto. Entonces es más sencillo ser un seguidor. Simplemente se engulle lo que otros masticaron.

A veces me pregunto si es razonable preocuparse por gente así. Me tienta responder con un silencio indiferente. Después de todo, cada quien hace de su vida lo que quiere. Pero entonces recuerdo que por culpa de esta negligencia intelectual, gran parte de la historia de la humanidad está cubierta por un manto de sangre resultante de los crímenes cometidos en nombre de todo tipo de dogmatismos y supercherías.

Entonces dejo de lado el sueño de la madrugada para escribir.

Referencias:

[1] Michael Corballis (1999)
Corballis, MC., “Are we in our right minds?” In Sala, S., (ed.) (1999), Mind Myths: Exploring Popular Assumptions About the Mind and Brain Publisher: Wiley, John & Sons. ISBN 0-471-98303-9 (pp. 25-41) see page p.41

Otras referencias:

Eric Einspruch y Bruce Forman
Einspruch, E. L., & Forman, B. D. (1985). “Observations Concerning Research Literature on Neuro-Linguistic Programming”. Journal of Counseling Psychology, 32(4), 589-596.

Barry Beyerstein (1995)
Beyerstein, B. ‘Distinguishing Science from Pseudoscience’, Centre for Professional and Curriculum Development, Dept. Psychology, Simon Fraser University.

Grant Devilly (2005)
“Power therapies and possible threats to the science of psychology and psychiatry” Australian and New Zealand Journal of Psychiatry 39:437–45(9)

Educar, no adoctrinar: hijos y no víctimas.

Educar, no adoctrinar: hijos y no víctimas.

adoctrinamiento

Por: Francisco AscarzaPublicado originalmente en el blog Insurrectos

En las sociedades democráticas modernas nadie duda del derecho que asiste a los padres de educar a sus hijos en la fe que profesan.

En efecto, el artículo 26, inciso 3 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos establece que “los padres tendrán derecho preferente a escoger el tipo de educación que habrá de darse a sus hijos”. Por su parte, el artículo 74 de la Constitución de la República del Paraguay garantiza “el derecho a la educación religiosa y al pluralismo ideológico”.

Pero, ¿somos capaces los padres de distinguir la diferencia que existe entre educar y adoctrinar?

El adoctrinamiento se define como la acción y el efecto de instruir a alguien en el conocimiento de un conjunto de opiniones religiosas, filosóficas o políticas, sustentadas por una persona o por un grupo, con la finalidad de establecer un control no necesariamente coactivo, pero sí influyente. En este sentido, el adoctrinamiento se caracteriza por ser sesgado, desviado de la búsqueda de la verdad y por lo tanto, tendencioso.

Por el contrario, y tal como la definiera Alfred North Whitehead, “La finalidad de la educación es infundir sabiduría, la cual consiste en saber usar bien nuestros conocimientos y habilidades. Tener sabiduría es tener cultura y la cultura es la actividad del pensamiento que nos permite estar abiertos a la belleza y a los sentimientos humanitarios”.

Esta sabia utilización de los conocimientos y habilidades de la que nos habla Whitehead lleva en sí la necesidad de la elección. Dicho de otro modo, la educación tiene como finalidad última brindarnos las herramientas del conocimiento y la ética, necesarias para convertirnos en hombres libres; hombres capaces de ELEGIR su propio devenir.

Cuando los padres enseñamos a nuestros hijos que la fe que practicamos es la única y verdadera; cuando les mostramos que el camino señalado por nuestros profetas y dioses es el que merece ser transitado, en detrimento de otros, no les estamos educando: les estamos adoctrinando. Estamos dejando en sus conciencias las huellas de nuestro propio sesgo y tendencia.

Este adoctrinamiento es particularmente dañino cuando se realiza a muy temprana edad, pues el niño no posee ni la madurez ni los conocimientos necesarios para poner en tela de juicio lo enseñado. Para el niño, lo dicho por el adulto tiene caracter de verdad absoluta. Y si bien es nuestro derecho el compartir con ellos nuestras vivencias espirituales, no debemos olvidar que es nuestra obligación moral guiarlos hacia la libertad, aunque ello signifique que el destino que escojan sea el opuesto al que esperábamos.

Debemos, por lo tanto, ser capaces de guiar a nuestros hijos por el sendero que consideramos el verdadero, pero también transitar con ellos el camino opuesto; debemos enserñarles acerca de Jesús, Mahoma o Budha, pero también leer y apreciar con la misma pasión a los escritores ateos, como Hitchens, Dawkins o Hawking.

Después de todo, ¿no sería de hipócritas atribuirle a Dios el que se nos permita elegir, y que seamos nosotros mismos quienes se lo impidamos a nuestros niños, ocultando lo que consideramos profano?

“Los escépticos paraguayos cuestionan todo”

“Los escépticos paraguayos cuestionan todo”

Según el presidente de APRA, Ricardo Montanía, los escépticos paraguayos cuestionan todo y no aceptan liderazgos fuertes. Sin embargo, sostiene, que aunque la individualidad es una característica de los librepensadores, el trabajo en conjunto a favor de la razón y el escepticismo ayudaron a visibilizar a los compatriotas que no siguen religiones, deidades ni pseudociencias.

Por Eduardo Quintana
@edquintana

En el año 2006, cuando comenzó a popularizarse el Nuevo Ateísmo, en el mundo anglosajón, con los Cuatro No Jinetes del Apocalipsis, en Asunción se reunían tres amigos para encausar un movimiento atípico en una sociedad históricamente conservadora: una organización atea, racionalista y escéptica. Meses después de los primeros encuentros, nacía la Asociación Paraguaya Racionalista, APRA. En el 2007 aceptó a sus primeros miembros.

Históricamente, según el historiador y aprano Claudio Fuentes, a inicios del siglo XX, hubo en Paraguay un medio de prensa librepensador, que defendía principios racionalistas. El periódico se llamaba “La Voz del siglo” y estaba dirigido por Ramona Ferreira. El diario el Porvenir también asumía posiciones escépticas y críticas. El debate del pensamiento estuvo muy presente en conferencias o discusiones que se tenían tanto en la academia como en los medios de prensa de la época.

Hasta 1992, Paraguay fue un Estado católico y el presidente de la República tenía la obligación de pertenecer a la religión oficial. Es en esta apertura democrática que los ateos, agnósticos o no religiosos comenzaron a visualizarse más, pero recién en el siglo XXI se llegó al movimiento organizado.

Según un estudio de 2010 del Centro de Investigaciones Pew, de Estados Unidos, el 1,1% de la población paraguaya era no religiosa, alrededor de 70.000 personas y que esa tendencia se mantendría por lo menos por cuatro décadas más. El único estudio a nivel local es una encuesta realizada por el diario La Nación, que sitúa a los ateos y agnósticos de Asunción y Central en el 4% de la población de capital y área metropolitana.

El estudio de Pew asegura que la tendencia del 1,1% de no religiosos en Paraguay se mantendrá.

El estudio de Pew asegura que la tendencia del 1,1% de no religiosos en Paraguay se mantendrá.

APRA llegó a tener más de 100 miembros hace algunos años, incluso contó con escépticos de otros países americanos. Actualmente, los miembros activos de la asociación suman 30 personas. Los dos miembros honoríficos de la organización son el filósofo y científico Mario Bunge y el científico y pensador Antonio Cubilla.

En este extensa entrevista realizada hace unos meses al ingeniero Ricardo Montanía, que ya tuvo la presidencia en otras oportunidades, se resaltan los orígenes de la agrupación racionalista y las ideas que defiende. Incluso, hace una caracterización de los escépticos locales.

-¿Es válida la encuesta que publicó La Nación años atrás sobre que el 4% de los asuncenos y centralinos son ateos o agnósticos?

-No tengo motivos para dudar que sea consistente con la realidad, hay numerosos estudios que apuntan en esa dirección al señalar que los países menos desarrollados y pobres tienen un alto nivel de religiosidad. En efecto, el Paraguay presenta los caracteres de país pobre, con indicadores de desarrollo social paupérrimos y todos los inconvenientes del subdesarrollo que son usuales en los países con mayor índice de religiosidad.

Los países más desarrollados tienen altos porcentajes de ateísmo, como puede comprobar cualquiera que desee hacerlo. Si el Paraguay tuviera un alto porcentaje de ateos, con el nivel pobrísimo de desarrollo que tiene sería una verdadera anomalía estadística.

-¿Cómo un ciudadano paraguayo se hace ateo?

-Decir que se “convierte” al ateísmo da la impresión de que el ateísmo es otra adscripción religiosa, y no es así. En países como el nuestro el ateísmo es el resultado de un proceso lento y sistemático de incorporación del conocimiento científico a nuestras vidas, de suerte tal que se hace posible comprender que el universo no requiere de una explicación metafísica o sobrenatural.

Encontrar un paraguayo ateo es altamente improbable, tal y como se refleja en los estudios antes mencionados, es porque el método por el cual las creencias religiosas se perpetúan en el tiempo está plenamente vigente en nuestro país.
Si miramos a los católicos que son absoluta mayoría vemos que operan sobre los niños, ellos son bautizados a tierna edad y en la ceremonia se encomienda, literalmente. a un ejército de personas, velar porque la fe de sus ancestros le sea inculcada.

Todo lo que ve y oye tanto en el colegio, la calle o su casa en ese sentido son manifestaciones teístas y crece con el convencimiento de que la fe es una gran virtud y no el vicio del carácter como en realidad es.

Entonces al llegar a cierta edad, de no mediar circunstancias muy especiales, el joven es ya un teísta cuyas capacidades críticas están convenientemente atenuadas o apagadas y es presa fácil de todo tipo de supercherías religiosas o no.

Los ateos paraguayos que conozco, y conozco a muchos, lo son porque lograron pasar indemnes por ese mecanismo perverso o porque tenían un amor especial por el conocimiento que los llevaron a desapegarse de los dogmas tan eficientemente inculcados y con la lectura y el apego a la ciencia lograron darse cuenta que la visión teísta del Universo es, sin dudas, falsa y sin sustento racional y que la única posición razonable de un ciudadano libre e informado del siglo 21 es la del ateísmo.

-¿Cómo se puede saber el número de no creyentes que hay hoy en Paraguay? Pew apunta al 1,1% de la población.

-Es difícil definir con claridad esa cuestión, ocurre que es muy escaso el número de personas que tenga una posición “ortodoxa” en cuanto a sus creencias, es escaso el número de personas que crea, por ejemplo que la hostia consagrada sea el cuerpo de un carpintero judío que murió hace dos milenios, como exige el dogma Católico.

Sostengo que la mayoría de creyentes en este país es gente que cree que hay “algo” superior allá arriba y que relacionan de alguna manera indefinida con Jesucristo o alguna de sus variantes.

-Pero también hay variantes entre los ateos…

-Aún los ateos menos crédulos o dados a las fantasías, tienen enormes dificultades para tener una visión totalmente materialista del Universo, como es la del ateísmo de nuestros días. Se trata de un problema de falta de conocimiento de los últimos avances científicos en cosmología que nos muestran que lo más probable es un Universo totalmente natural, que no necesita de un ser transcendente que lo rija ni de un creador omnipotente que le haya dado origen.

Si la pregunta será tal que “no creyente” significa una visión totalmente naturalista del Universo, como la que APRA propugna, sin dudas que el resultado será de muy pocos ateos o agnósticos, en concordancia con la catástrofe educativa en que nuestro país se debate.

-APRA cumple su primera década de existencia, ¿por qué aparece recién en el siglo XXI una asociación escéptica en el país?

-El tipo de asociación escéptica que APRA pretende ser llega a nuestro país con unos treinta años de retraso, los escépticos existieron siempre, desde los griegos, pasando por aquel gran crítico de la religión y el estado Jean Meslier y los de la Ilustración, pero hablamos ahora de organizaciones escépticas racionalistas que pretenden someter a todo tipo de cosas al rigor del análisis escéptico racionalista, es decir exigiendo para todas las cuestiones del devenir humano una justificación adecuada racionalmente acerca de su grado de verdad.

Es de suponer que para un país, muy conservador como el Paraguay, tan poco dado a aceptar cuestionamientos frontales como es propio de este tipo de organizaciones, la aparición de una organización como APRA sea tardía y su supervivencia incierta. El hecho que aún persista un núcleo importante de racionalistas dispuestos a llevar adelante la organización es muy significativo y permite suponer que es posible su continuidad.

-¿Fue difícil organizar y representar a los ateos y escépticos paraguayos?

-Es muy difícil la organización y el desarrollo de este tipo de asociación por las propias características de las personas que adhieren a las ideas que le son propias, en su mayoría gente muy poco dada a aceptar liderazgos fuertes, cuestionadoras de absolutamente todo, o que son ellas mismas líderes en su campo.

Entonces es difícil y hasta repulsivo para esta clase de gente actuar en forma colectiva, pues la individualidad es el sello que los caracteriza.

Apostasía colectiva, en diciembre de 2010, frente a la Catedral de Asunción.

Apostasía colectiva, en diciembre de 2010, frente a la Catedral de Asunción.


Sin embargo también son gente razonable y si hay un hecho que hemos constatado con claridad acerca de estas cuestiones es que la acción individual en pro de la racionalidad y el escepticismo, aunque loable y en ocasiones destacada, tiende a perderse y ser poco fructífera.

En otras palabras, quienes integramos APRA, llegamos al convencimiento de que si queremos influir en la sociedad de manera efectiva, no tenemos otra sino renunciando en parte al individualismo que nos caracteriza como personas y actuando en forma conjunta y organizada.

-¿Cuáles son las ideas generales que defiende la Asociación?

-APRA defiende la idea que la razón es la que debe primar en la resolución de los problemas humanos, esto es, decimos que la ciencia es el mejor método para conocer el mundo y el parámetro que se debe utilizar para guiar nuestra moralidad, que no existen autoridades o “vacas sagradas” o “libros sagrados” que deban ser seguidos irreflexiva y acríticamente.

Ese es el principal aspecto que la hace tan corrosiva para las ortodoxias, en APRA sostenemos que todas las creencias, opiniones e ideas pueden y deben ser sometidas al escrutinio escéptico para ser aceptadas. Y como sabemos, una conocida y muy querida tradición de los creyentes es la de pretender que su cuerpo de creencias dogmáticas sea apartada de la mesa de análisis, “de eso no se discute”, porque son cuestiones “sagradas” y la ira divina caerá sobre quienes osen someter al análisis de la razón a esos temas

-También se combaten las pseudociencias.

-Además de lo anterior, APRA pretende luchar contra el abuso de la credulidad pública, es decir contra los comerciantes de la ignorancia que tienen por víctimas a los que creen en sinrazones científicamente conocidas como falaces, tales como la astrología, la quiromancia, las medicinas alternativas, el psicoanálisis, la programación Neurolingüística y un enorme y preocupante número de etcéteras.

Otro aspecto importante es el que algunos autores escépticos mencionan en el sentido de ser “los caballeros andantes de la ciencia”, expresión que es importante aclarar. Los escépticos no somos necesariamente científicos, pero buscamos defender a la ciencia de los ataques del oscurantismo. Se debe a que ni el Estado, ni la universidad y ni aún los propios científicos se han mostrado aptos o interesados en defender a la ciencia del ataque constante a que es sometida. El movimiento escéptico racionalista mundial es el que levanta la voz en defensa de la ciencia.

-En Paraguay, la palabra “ateo” estuvo asociada en la dictadura stronista a apátrida, comunismo, homosexualidad, ¿se tiene este preconcepto en plena democracia en el país?

-Quizás a la palabra “ateo” ya no se la relacione con los términos mencionados, pero el prejuicio de que el ateo pueda encarnar una suerte de inmoralidad, aquello de que sin Dios todo está permitido, sigue presente. Asegurar que no se cree en un ser supremo y que no se tiene fe en un ser que crea e interviene en el Universo, sigue convirtiendo en sospechosa a la gente.

También se relacionaba al comunismo con el ateísmo dogmático propio de la doctrina materialista de la ideología Marxista, cosa que es radicalmente diferente del ateísmo racional que propugnamos.

Sin embargo, más allá de algunas escaramuzas absolutamente intrascendentes, no veo que eso sea un problema en el Paraguay de hoy día, al menos no en la escala en que lo era durante la dictadura.

-¿Qué hizo APRA en estos años de existencia?

-Pienso que, en ciertos ámbitos capitalinos sobre todo, logró instalar la idea de que el ateísmo no se trata de una suerte de satanismo misterioso en el que sus miembros se dedican a devorar infantes, sino de gente que pasando por las mismas circunstancias que los demás paraguayos, pretendemos una sociedad más racional.

Originalmente hemos surgido como intento de dar una visión racional de las cosas, y con nuestro programa de radio y nuestra participación en la prensa, oral, escrita y televisiva, a más de las redes sociales, hoy día los ateos y escépticos ya no son la “rara avis” de otros tiempos sino que somos “parte del paisaje” aceptado.

La tarea por delante es ciclópea, apenas hemos comenzado.

-¿Se sienten discriminados, insultados o dejados de lado los no creyentes la el Paraguay de hoy?

-Solo puedo responder por mí mismo y por la opinión mayoritaria de mis amigos de APRA, y la respuesta es que no, no sentimos tal circunstancia. Más allá de ciertas manifestaciones de inquietud y rechazo totalmente comprensibles, no tenemos ese problema.

-En 2010 APRA fue una de las impulsoras a nivel de América Latina de la campaña de Apostasía Colectiva, ¿por qué decide la gente salir de la Iglesia católica?

-La Iglesia católica es víctima de sus contradicciones internas y de su falta de liderazgo acorde a este tiempo, la aparición del papa Francisco ha sido una excelente medida proselitista que ya ha comenzado a dar resultados para revertir esa situación.

En nuestro país los obispos son tan pusilánimes que ni siquiera son capaces de reconocer que existimos y que queremos dejar de figurar como miembros de esa Iglesia como efectivamente ocurre en contra de nuestra voluntad.

Jamás se han dignado responder a nuestras solicitudes, en las cuales aclarábamos que apostatábamos de las creencias cristiano católicas y han pasado seis años desde entonces sin merecer una letra de respuesta, ¿no le importa a la “madre iglesia” que algunos de sus miembros tengan esta posición? ¿Tanto como para ni siquiera dar cuenta de haberse enterado de esto?

-¿Crecerá el número de ateos o agnósticos en Paraguay en los próximos años?

-Todo dependerá de la mejora o el empeoramiento de la educación en el país. Un país lleno de brutos ignaros no puede apreciar el conocimiento y será victima de la ignorancia que lo aplastará, muchos curas, pastores y políticos de todos los colores están ávidos por que se dé ese escenario.

En realidad se trata de la disyuntiva que se plantea a nivel mundial, o avanzamos hacia una sociedad con más ciencia y que promueva la mejora de la vida del ser humano o nos sumimos en la oscuridad que más de una vez ensombreció por largas centurias el devenir humano. Depende de todos nosotros como se resolverá esta cuestión.

 

Ilusiones de la memoria

Del Skeptical Inquirer

Elizabeth Loftus, Traducido por Alejandro Borgo

Julio 16, 2016

Artículo traducido por Alejandro Borgo, Director del CFI/Argentina.


El doctorado honorífico que recibí por parte de la Universidad Goldsmiths de Londres resulta muy significativo en este momento particular de mi vida.

Me da la oportunidad para hablar con ustedes acerca de mi trabajo sobre las ilusiones de la memoria -o los recuerdos que las personas a veces tienen de haber visto o hecho cosas que nunca vieron o hicieron.

Cuando comencé mi trabajo sobre las ilusiones de la memoria no me imaginaba que se iba a transformar en un tema tan relevante socialmente y tan políticamente explosivo. Por supuesto, las parejas y hermanos discuten interminablemente sobre quién tiene razón respecto de los recuerdos de hechos pasados -ese es un entretenido e irritante aspecto de la vida cotidiana de cualquier familia.

Pero ¿quién podía prever, a fines del siglo XX, la “terapia de recuerdos recuperados”? ¿O que la gente iba a creer fervientemente que recordaba haber sido secuestrada por alienígenas o cultos satánicos? ¿Quién podía saber que en la primera década del siglo XXI nos encontraríamos con cientos de individuos presos inocentes -su inocencia probada por análisis de ADN- y que la principal causa de las injustas condenas que habían recibido se debía a recuerdos defectuosos?

Así, mientras progresaba mi investigación sobre los recuerdos, los descubrimientos se usaban cada vez más para servir a la Justicia.

Para decirlo brevemente, en esa investigación mis colaboradores y yo demostramos que uno puede alterar los recuerdos que las personas tienen sobre crímenes, accidentes y otros hechos. Usted podría hacerle creer a alguien muy fácilmente que un auto iba más rápido de lo que realmente iba o que el malhechor tenía pelo enrulado y no lacio. Luego demostraríamos que usted puede implantar eventos enteros en las mentes de personas comunes y saludables, haciéndoles creer que tuvieron experiencias que nunca ocurrieron -incluso experiencias que podrían haber sido muy traumáticas si hubieran ocurrido de verdad.

De manera que es posible advertir cómo estos descubrimientos podrían aplicarse para servir a la justicia. Nos ayudan a entender cómo un manejo inapropiado de los testimonios de testigos puede llevar a recuerdos falsos y a la condena de gente inocente. Nos ayudan a comprender cómo las terapias coercitivas o de sugestión pueden hacer que la gente desarrolle recuerdos de haber sido abusada en un culto satánico, acusaciones que pueden provocar una miseria indecible a personas inocentes y a sus familias.

Al mismo tiempo, esta investigación se transformó en una controversia emocional y en el foco de una tremenda hostilidad entre quienes no podían aceptar sus descubrimientos o implicaciones respecto del mundo real. En mi caso particular, personas muy disgustadas me escribieron incontables cartas amenazantes. Habían tratado de generar una campaña de cartas de lectores dirigidas al responsable de mi anterior departamento académico, el Presidente de la Universidad, e incluso al gobernador del Estado para que me expulsen. Amenazaron con tomar represalias violentas en los lugares donde había sido invitada a hablar, en varias ocasiones sugiriendo a las universidades que pusieran guardias armados para acompañarme durante los discursos. La gente divulgó insultos difamatorios en cartas individuales, en columnas de periódicos, y por supuesto, en Internet. Una persona llegó a denunciarme ante la justicia cuando publiqué un artículo que cuestionaba la veracidad de un estudio psiquiátrico sobre los recuerdos recuperados de abuso sexual maternal de una joven mujer. El litigio duró casi cinco años hasta que terminó.

A través de estas experiencias, aprendí de primera mano que la ciencia nunca es desapasionada, por lo menos si uno está estudiando algo que tenga implicaciones políticas, económicas, emocionales o financieras en la vida de la gente: testimonios de niños, sexo, falta de confiabilidad de tests proyectivos como el Rorschach, o en mi caso, ilusiones de la memoria. Podría haber elegido estudiar la memoria de una babosa marina -puesto que difícilmente alguien fuera experto en ello. Pero elegí estudiar la memoria humana, el testimonio de testigos, los falsos recuerdos, la confabulación en los adultos y niños, y los métodos terapéuticos dañinos. Y tuve grandes problemas.

Sin embargo estoy orgullosa del trabajo que logré hacer como psicóloga científica y de la gente que tuve la oportunidad de ayudar. He aprendido a aceptar las confusiones y el fastidio como el precio que todos los científicos pagan por hacer investigaciones que se ocupan o desafían creencias muy arraigadas.

Y todo esto me retrotrae a Goldsmiths: estoy especialmente agradecida por el doctorado honorífico que me otorgaron – donde un número de magníficos académicos están haciendo investigaciones que desafían las más profundas creencias, y también sobre lo que le preocupa a la gente. Es por ello que este honor tiene un significado más que especial, conmovedor y significativo para mí.

Elizabeth Loftus,

Elizabeth Loftus es Profesora Distinguida en Comportamiento psicológico y social y Criminología, Ley y Sociedad, en el Departamento de Ciencias Cognitivas de la Universidad de California, Irvine. Es miembro de la Academia Nacional de Ciencias y socia y miembro del Consejo Ejecutivo del Comité para la Investigación Escéptica (CSI).