William Wrede y su sorprendente “El Origen del Nuevo Testamento”

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Por Claudio Di Gregorio

Los racionalistas creemos, con alguna razón, que un teólogo o un clérigo es necesariamente un propagandista de su fe: que miente, o bien que por una visión sesgada, no puede ser objetivo. De un cristiano esperamos una apología, una defensa irrestricta, una muralla de dogma, ciega a toda evidencia. Decimos, como Borges, que “la teología pertenece al género de la literatura fantástica” o, como Jorge Alfonso Ramírez, que “es la reina indiscutida de la superchería; un agujero en el aire”.

Entonces un día alguien menciona al teólogo luterano alemán Georg William Wrede, quien murió en 1906 tras haber dejado una obra importante en apenas 47 años de vida. Y en la primera página de El Origen del Nuevo Testamento ––su muy breve pero contundente trabajo publicado póstumamente en 1909–– encontramos esta declaración, inusitada en un teólogo:

“No tengo el plan de defender el Nuevo Testamento contra objeciones, ni siquiera atacar y refutar ciertas ideas sobre el Nuevo Testamento, o su valor… Es privilegio legítimo de la ciencia real y genuina ignorar todo lo relativo a pasiones teológicas y controversias de época, y sin ambages apuntar a un solo fin: llegar al fondo de los hechos”.

Y el párrafo que lo sigue se descompone en nociones igualmente sorprendentes:

  • (a) La ciencia ha destruido la idea de que la Biblia, especialmente el Nuevo Testamento, tiene un origen sobrenatural (“La crítica reconoce que la vieja doctrina de la inspiración es insostenible”).
  • (b) Las narraciones de los cuatro evangelios están viciadas de múltiples contradicciones entre sí, que contribuyen a la idea de que se trata solo de obras humanas.
  • (c) La historia muestra que, al principio, la idea del origen sobrenatural de la Biblia no existía; que esa idea es solo un juicio posterior de la Iglesia sobre esos escritos.

Por si lo anterior no fuese suficientemente claro, Wrede reitera que:

  • (d) “los libros del Nuevo Testamento no fueron… dictados a los autores humanos por Dios… sino escritos por hombres de una manera completamente humana”.

No perdamos de vista que éste no es un texto de Bart Ehrman, de Nietszche o de otro ateo eminente, sino de un teólogo que hasta el fin creyó en la divinidad de Jesucristo, pero cuya integridad moral y raciocinio lo fuerzan a admitir la realidad y a argumentar con honestidad. No se lee todos los días un documento de tanto sentido común y franqueza.

Sin duda un espíritu independiente y alineado con el método científico, Wrede postula la libertad académica: “La investigación exige plena libertad; la línea de marcha no puede ser prescrita, o de lo contrario toda la investigación es mera ilusión y juego de niños”.

Ese mismo espíritu científico lo lleva a reconocer ––en contraste con la “certeza” de tantos creyentes–– que siempre habrá muchas lagunas en nuestro conocimiento de Jesús porque “sobre los orígenes de todos los grandes movimientos históricos suele haber alguna penumbra”. La opinión de Wrede, como la de los racionalistas, es tentativa y sujeta a corrección; no es dogma inmutable.

Wrede dedica la mayor parte de este breve trabajo de 50 páginas a indagar el origen de cada uno de los 27 escritos del actual Nuevo Testamento y reserva el capítulo final para explicar cómo esos 27 textos se integraron en un todo y cómo progresivamente los antiguos cristianos les fueron adjudicando divinidad, por encima de todos los demás documentos religiosos.

Pero en esta cronología resume su convicción de que el Nuevo Testamento no cayó del cielo completo el día siguiente a la partida de Jesucristo: “Una sociedad cristiana existió al menos dos décadas antes de la primera de las escrituras del Nuevo Testamento; alrededor de 100 años antes de que surgiera la última, unos 150 años antes del armado de alguna colección de escritos del Nuevo Testamento, y unos 300 o 400 años antes de que esa colección se completara en su forma actual y fuera universalmente reconocida”.

El paso del tiempo es crucial para Wrede ––y para nosotros–– porque demuestra que los documentos no pertenecen a testigos presenciales, y porque la precisión del contenido se hace dudosa: como observa el autor, nadie puede recordar con exactitud un texto largo como el Sermón de la Montaña, varias décadas después de haber sido pronunciado una sola vez y haber sido leído nunca.

De los 27 textos, el más antiguo es la Primera Epístola de Pablo, probablemente del año 54 de nuestra era, informa Wrede, pero no contiene datos sobre Jesucristo sino encara problemas de las incipientes comunidades cristianas. Recién alrededor del año 70 aparece el primer relato de la vida de Cristo: el llamado Evangelio de Marcos.

Wrede examina la posibilidad de que los evangelios de Mateo o Lucas fuesen anteriores y la descarta, porque ambos evangelistas se apoyaron en Marcos (y también en el documento perdido llamado Q, cuya existencia aun hoy debatimos).

El Evangelio de Juan pertenece ya a las postrimerías del siglo I; es inevitable la conclusión de que gran parte de la memoria de un Jesús histórico se perdió en esas décadas durante las cuales nadie pensó en preservar por escrito los dichos de Jesús, porque su regreso se juzgaba inminente. No es sólo eso; Wrede urge a sus lectores creyentes a “aceptar que las narraciones de la vida y las enseñanzas de Jesús experimentaron cambios importantes hasta que llegaron a los evangelios… en las décadas que mediaron entre sus diversos orígenes, vemos cómo se hicieron alteraciones, algunas pequeñas y insignificantes, otras más exhaustivas.”

Explica de este modo el proceso:

“Se corrige… cuando una expresión parece inquietante, cuando tal vez no parece adecuada a Jesús, o ya no corresponde a la creencia de un período posterior. Se puede demostrar que bajo el honesto convencimiento de que Jesús debe de haber dicho algo o relatado algo, se aseveraba que lo dijo…. La alteración debe de haber sido grande donde las ideas de la Iglesia se desarrollaron más… Fue así como comenzó un trabajo imperceptible de adaptar la imagen tradicional de Jesús a las creencias de un tiempo particular…”

Con igual eficacia y brevedad, Wrede demuestra que un buen número de las cartas de Pablo de Tarso (por ejemplo, 14 años de su correspondencia en Siria y Cilicia) y muchos documentos de otros Padres de la Iglesia se extraviaron, lo que refleja lo poco sagrados que esos escritos eran considerados en un principio. Las tradiciones eran juzgadas más valiosas.

William Wrede fue un experto en Pablo, a quien dedicó una obra monumental. Cree que sería exagerado afirmar que Pablo fue el “verdadero fundador del cristianismo”, aunque admite que la de Pablo no es una mera repetición del mensaje de Jesús: “Realmente hay una gran diferencia entre la enseñanza de Jesús y la de S. Pablo, y el apóstol ha puesto énfasis en pensamientos que no estaban presentes en la predicación original del Maestro”.

Racional y objetivo hasta el fin, Wrede declara interpolaciones fraudulentas esos mismos pasajes de Marcos, Juan y otros evangelistas que la crítica de hoy juzga falsos: “Si realmente hay motivos decisivos para suponer una falsificación, debemos reconocerlos honestamente”, admite.

Más aun, Wrede declara que los textos muestran que los evangelios no pertenecen a contemporáneos de Jesús sino a autores anónimos posteriores: “Ninguno de los tres (sinópticos) pretende seriamente haber sido un testigo presencial de la vida de Jesús. Ninguno de ellos narra de manera tal que implique que estaba hablando de sus propias experiencias. Nadie habla de su relación con Jesús, o usa en su historia el ‘nosotros’ personal. Además, Lucas positivamente niega ser un testigo ocular; él pertenece a una generación posterior,” dice, terminante, y similares criterios lo llevan a negar la autoría del evangelio llamado de Juan.

En la misma línea iconoclasta, no teme opinar que cinco de las cartas atribuidas a Pablo y las dos epístolas atribuidas a Pedro fueron escritas por otros, y lo fundamenta.

La parcialidad de los evangelistas es expuesta del mismo modo directo: “Nada podría ser más erróneo que considerar (a ellos) autores modernos de historia… no cuentan su historia simplemente como una historia sino que prefieren, como primera intención, propósitos prácticos y edificantes. No escriben objetivamente, o como personas desinteresadas o como meros cronistas; escriben para creyentes y como creyentes”.

Wrede otra vez revela un racionalismo lúcido: “(En Marcos) se destaca… la curación de los llamados endemoniados, es decir, aquellos poseídos, o, como deberíamos decir, aquellos que sufren de perturbaciones mentales.” Wrede califica de “mitos” episodios como el encuentro de Jesús con el Diablo o el caminar de Jesús en el mar, o la alimentación de 5 mil personas con un poco de pan y pescado. Su religiosidad ––recordemos que no fue un ateo–– solo aparece cuando aventura que Jesús poseía “el don de curar”, pero a la vez niega que Jesús haya sido “un ser divino que podría hacerlo todo”.

Acerca del autor de Evangelio de Lucas a veces es implacable: “La crítica no puede, por supuesto, afirmar que las alteraciones de Lucas son realmente mejoras en la secuencia de la historia. El gran viaje, por ejemplo, que él inserta en los capítulos 9 a 18, como tal no es imaginable…”.

En Los Hechos de los Apóstoles, también de “Lucas”, observa: “Las marcadas similitudes entre las imágenes de Pedro y de Pablo… son en parte accidentales, y en parte se deben a que el autor no tenía conocimiento claro de las diferencias entre los dos hombres”. Con “las diferencias”, Wrede alude a la intención de Pedro de mantener al cristianismo dentro del judaismo, contra el plan de Pablo de “paganizar” o universalizar el culto a Jesús.

Respecto del Apocalipsis el juicio no es menos severo: “La impresión principal para un lector moderno es la de una fantasía extraña y salvaje… Lutero dijo: ‘Mi alma no puede reconciliarse con este libro’, y la mayoría de los lectores de hoy comparten ese sentimiento…. podemos decir sin exagerar que, excepto en los primeros días (y para ‘aquellos cristianos cuya piedad asumió formas fanáticas, o a quienes el esoterismo de este mundo fantasmal alimentó su fantasía’) este libro siempre ha sido uno por el cual sus lectores sintieron poca simpatía, y los teólogos menos que nadie”.

Wrede señala que al principio el Antiguo Testamento fue recibido con naturalidad y reverencia por los cristianos pero, con el paso del tiempo, “para el cristianismo el rasgo principal fue más y más el de la profecía. Todo fue tomado ––no solo los libros proféticos, sino también la ley y los Salmos–– como una colección de profecías sobre Cristo y sobre un ‘final de los tiempos’ que empezó cuando Jesús vino. Con esta interpretación, el Antiguo Testamento se convirtió en una obra apocalíptica mesiánica”.

Finalmente, Wrede explica que los evangelios, “depositarios de la tradición de la vida de Cristo… receptáculos en los que se almacenaba la costosa joya”, con los años pasaron a ser considerados como las joyas en sí mismos.

Admirable y personal como es, Wrede debe ser alineado en la lúcida y liberal escuela alemana de análisis del Jesus histórico, a la que pertenecen, entre otros, Rudolf Bultmann, Bruno Bauer, David Friedrich Strauss, Hermann Gunkel y Albert Schweitzer. La opus magna de Schweitzer, La búsqueda del Jesús histórico (1901 y 1913) lleva el revelador subtítulo “Estudio crítico de su progreso, de Reimarus a Wrede”.

El Santo Prepucio y los anillos de Saturno

Por: Juan Eslava Galán

Según el rito judío a Jesús le extirparon el prepucio a los ocho días de su nacimiento. Este hecho se conmemora anualmente en la fiesta de la Circuncisión. El destino de dicho anillito de carne divina encierra más teología de lo que a primera vista pudiera parecer. Es evidente que ese trocito de carne participaba como el resto del cuerpo del Señor de su carácter divino: era un trozo de Dios. Y dado que Dios es eterno, es imposible que un trozo de su cuerpo se consuma o se pudra. Si no se pudrió existe…y si existe ¿dónde está?. La cuestión que ha preocupado a los teólogos es si Jesús ascendió al cielo con prepucio o sin él, ¿o acaso estaba ya esperando en el cielo desde que lo cortaron? En ese caso debieron producirse dos ascensiones, la propiamente dicha y la del prepucio.

Aunque esto suene a chufla lo cierto es que en el siglo XVII, el teólogo y erudito católico griego Leo Allatius (1586-1669) escribió un ensayo titulado De Praeputio Domini Nostri Jesu Christi Diatriba (Discusiones sobre el Prepucio de Nuestro Señor Jesucristo) donde especulaba que el santo pellejo ascendió al cielo en el mismo momento de la ascensión de Jesús y se convirtió en los anillos de Saturno, vistos por primera vez al telescopio en aquella época.

En diversas iglesias repartidas por Europa y Asia se veneran las supuestas reliquias del Santo Prepucio, en San Giovanni in Laterano, en Roma, en Charroux (donde incluso contaba con una Hermandad del Santo Prepucio y era muy venerado por las mujeres embarazadas), cerca de Poitiers, en Amberes (donde se decía que el que se veneraba era un trozo considerable notandam portiunculam del de San Juan de Letrán), en París, en Brujas, en Bolonia, en Besançon, en Nancy, en Metz, en Le Puy, en Conques, en Hildeshin, en Calcuta. Tampoco faltan en España, en Burgos tenemos uno. Sin embargo, todas deben ser falsas, si hacemos caso a la narración de la beata Sor Agnes Blannbekin (muerta en Viena en 1715) que sufría en extremo al cavilar sobre el destino de aquel precioso fragmento del órgano viril del Redentor y que dice así:

[Un día, al comulgar…comenzó a pensar en dónde estaría el prepucio. ¡Y ahí estaba! De repente sintió un pellejito, como una cáscara de huevo, de una dulzura completamente superlativa, y se lo tragó. Apenas lo había tragado, de nuevo sintió en su lengua el dulce pellejo y, una vez más se lo tragó. Y esto lo pudo hacer unas cien veces….Y le fue revelado que el prepucio había resucitado con el Señor el día de la Resurrección. Tan grande fue el dulzor cuando Agnes tragó el pellejo, que sintió una dulce transformación en todos sus miembros. Karlheinz Deschner, Historia Sexual del Cristianismo, pág 130.]

En otra famosa visión, Santa Catalina de Siena, a la sazón, patrona de los astrónomos, se vio casada con Cristo y podéis imaginar cuál era la alianza matrimonial. Su confesor declaró que la santa veía y sentía constantemente el prepucio de Cristo en su dedo. Certifica la veracidad del caso el hecho de que después de la muerte de la santa, cuando el dedo se veneraba como reliquia, diversos devotos percibieron el Santo Prepucio inserto en él, aunque seguía siendo invisible para el común de los observadores. Ya se sabe, con San Pablo, que el “Espíritu sopla donde quiere”.

Más información aquí y aquí.

Información extraída de El Fraude de La Sábana Santa y las Reliquias de Cristo de Juan Eslava Galán.

Una certeza mortal

Por: Steven Weinberg

PUBLICADO EN ASTROSETI.ORG

Traducción de Heber Rizzo Baladán

De todos los descubrimientos científicos que han perturbado a la mente religiosa, ninguno ha tenido el impacto de la teoría de la evolución por selección natural de Darwin. Ningún avance de la física o incluso de la cosmología ha causado una conmoción igual.

En los primeros días de la cristiandad, los padres de la iglesia Teófilo de Antioquía y Clemente de Alejandríarechazaron el conocimiento, común desde la época de Platón, de que la Tierra era una esfera. Insistieron en la verdad literal de la Biblia, y desde el Génesis hasta los versos de Revelaciones podían ser interpretados como indicadores de que la Tierra era plana. Pero la evidencia de una Tierra esférica resultaba aplastante para quien hubiera visto cómo desaparecía tras el horizonte el casco de un barco, mientras que sus mástiles continuaban siendo visibles, y al final la Tierra plana no parecía merecedora de lucha.
Hacia la Alta Edad Media, la Tierra esférica era aceptada por los cristianos educados. Dante, por ejemplo, descubrió que el corazón de la Tierra esférica era un destino conveniente para los pecadores. Lo que alguna vez había sido un asunto serio se ha convertido en una broma. Un amigo de la Universidad de Kansas ha formado una Sociedad de la Tierra Plana para demandar (en una burla de la demanda de los creacionistas de Kansas para que las escuelas presenten el «diseño inteligente» como una «alternativa» a la evolución) que las escuelas públicas de Kansas enseñen la teoría de la Tierra plana como una alternativa a la teoría de la Tierra esférica.

La idea más radical de que la Tierra se mueve alrededor del Sol fue más difícil de aceptar. Después de todo, la Biblia pone a la humanidad en el centro de un gran drama cósmico de pecado y salvación, de modo que, ¿cómo podría nuestra Tierra no ser el centro del universo? Hasta el siglo XIX, la astronomía copernicana no pudo ser enseñada en Salamanca o en otras universidades españolas, pero para la época de Darwin apenas si molestaba a nadie. Incluso en fechas tan tempranas como las de Galileo, el cardenal Baronius, el bibliotecario del Vaticano, hizo el famoso comentario en broma de que la Biblia nos dice como ir al cielo, y no cómo es que los cielos funcionan.

Un reto diferente para la religión emergió con Newton. Sus teorías sobre el movimiento y la gravedad demostraron que los fenómenos naturales podían ser explicados sin la intervención divina, y a ellas se opuso, por razones religiosas y en la propia universidad de Newton, John Hutchinson. Pero la oposición a Newton en Europa colapsó cerca de fines del siglo XVIII. Los creyentes pudieron consolarse a sí mismos con el pensamiento de que los milagros eran simplemente excepciones ocasionales a las leyes de Newton, y de todos modos era muy improbable que cualquier física matemática pudiera molestar a aquellos que no comprendían su poder explicativo.

El darwinismo fue otra cosa. No era simplemente que la teoría de la evolución, como la teoría de una Tierra esférica en movimiento, estuviera en conflicto con el literalismo bíblico; no era que la evolución, como la teoría copernicana, negara un lugar central para los humanos; y no era que simplemente la evolución, como la teoría de Newton, proporcionara una explicación no religiosa para los fenómenos naturales que hasta entonces habían parecido como inexplicables sin una intervención divina. Mucho peor. Entre los fenómenos naturales explicados por la selección natural se encontraban las características mismas de humanidad de las que estamos tan orgullosos. Se hizo plausible que nuestro amor por nuestras parejas e hijos y que, según el trabajo de los biólogos evolutivos modernos, aún principios morales más abstractos como la lealtad, la caridad y la honestidad, tengan su origen en la evolución y no en un alma creada por una divinidad.

Dado el ataque que la religión tradicional ha recibido de parte de la evolución, es lógico que los adversarios modernos más enérgicos, elocuentes y libres de compromiso de la religión son los biólogos que nos han ayudado a comprender la evolución: primero Francis Crick, y ahora Richard Dawkins. En The God Delusion,Dawkins corona una serie de sus libros sobre biología y religión con un ataque severo sobre todos los aspectos de la religión, no solamente la religión tradicional, sino también sobre el vago conjunto moderno de piedades que a menudo se apropian de su nombre. En su nota menos amable, Dawkins postula incluso que la persistencia de la creencia en dios es, en sí misma, un producto de la selección natural actuando tal vez sobre nuestros genes, como sostuvo Dean Hamer en El gen de dios, pero más seguramente sobre nuestros «memes», los conjuntos de creencias y actitudes culturales que en una forma darwiniana aunque no biológica tienden a ser transmitidos de generación en generación. No es que el meme haga que el creyente o que los genes del creyente sobrevivan, sino que es el meme en sí mismo que por su naturaleza tiende a sobrevivir.

Por ejemplo, la persistencia de la creencia en una religión en particular se ve naturalmente ayudada si esa religión enseña que dios castiga a la incredulidad. Una religión de ese tipo tiende a sobrevivir si el castigo con que amenaza es lo suficientemente horrible. Por contraste, una religión tendría problemas para conservar a sus conversos si enseña que los infieles están sujetos, después de la muerte, a un breve período de leve incomodidad, después del cual se unirán a los creyentes en una felicidad eterna.

Por lo tanto, resulta natural que en el cristianismo y en el islamismo tradicionales, la incredulidad se convierta en el crimen máximo, y que el infierno sea la máxima cámara de torturas. No es extraño que el matemático Paul Erdös siempre se refiriera a dios como el Fascista Supremo. Dawkins focaliza su libro sobre el cristianismo y el islamismo, que tradicionalmente enfatizan la importancia de la creencia, más que en religiones como el judaísmo, el hinduismo o el sintoísmo, que están relacionadas con grupos étnicos específicos y que tienden a remarcar la observancia más que la fe.

A Dawkins, al igual que a Erdös, dios no le gusta. El califica al dios del Antiguo Testamento como «el personaje más desagradable de toda la ficción: celoso y orgulloso de serlo, un controlador fanático mezquino, injusto e inclemente; un “limpiador” étnico vengativo y sediento de sangre; un matón caprichosamente malevolente, misógino, pestilente, megalomaníaco y sadomasoquista». Y en cuanto al Nuevo Testamento, cita con aprobación la opinión de Thomas Jefferson, de que «el dios cristiano es un ser con un carácter terrible, cruel, vengativo, caprichoso e injusto».

Todo esto es muy fuerte, y obviamente Dawkins intenta impactar al lector, pero su diatriba tiene un propósito constructivo. Al atacar al dios de las sagradas escrituras, está intentando debilitar la autoridad de los mandatos de ese dios, comandos cuya interpretación ha llevado a la humanidad a una historia vergonzosa de inquisiciones, cruzadas y jihads. Dawkins indica al lector muchos detalles brutales, pero debemos únicamente dar un vistazo a los encabezados de la actualidad para conseguir los nuestros propios. Por alguna razón, Dawkins no hace ningún comentario sobre el dios del Corán, quien parecería proporcionar iguales oportunidades para el ataque.

Las críticas de The God Delusion en el New York Times y en el New Republic reprochan a Dawkins sudespectivo rechazo de las pruebas «clásicas» de la existencia de dios. Yo estoy de acuerdo con Dawkins en lo que respecta al rechazo de esas pruebas, pero las hubiera contestado de forma un poco diferente.

La «prueba ontológica» de San Anselmo nos pide inicialmente concordar en que es posible concebir algo tal que no se pueda concebir nada más grande. Una vez que ha logrado ese acuerdo, el astuto filósofo apunta que la cosa concebida debe existir, ya que si no existiera entonces alguna otra cosa que sí existe debiera ser más grande. ¿Y qué podría ser esta cosa que es la más grande que existe, sino dios? QED.

Desde el monje Gaunilo de la época de Anselmo hasta los filósofos de nuestro tiempo como J. L. Mackie yAlvin Plantinga, hay una concordancia general en que la prueba de Anselmo es errónea, aunque no están de acuerdo en qué consiste el error. Mi propia visión es que la prueba es circular: no es verdad que uno pueda concebir algo tal que nada que sea más grande pueda ser concebido, a menos que inicialmente se asuma la existencia de dios. La «prueba» de Anselmo ha reaparecido y ha sido refutada en muchas formas diferentes, casi un poco como una enfermedad infecciosa que puede ser derrotada por un antibiótico, pero que evoluciona de tal forma que necesita ser derrotada una y otra vez.

La «prueba cosmológica» no es mejor desde el punto de vista lógico, pero tiene un cierto atractivo para el físico. Sostiene que todo tiene una causa, y como esta cadena de causalidad no puede prolongarse eternamente, debe concluir en una causa primera, a la que llamamos dios. La idea de una causa primordial es profundamente atractiva, y de hecho el sueño de la física de partículas elementales es encontrar la teoría final en la raíz de todas las cadenas de explicaciones de lo que vemos en la naturaleza.

El problema es que una teoría matemática final de ese tipo difícilmente resultaría ser lo que cualquiera entiende como dios. ¿Quién le reza a la mecánica cuántica? El creyente puede con igual justicia sostener que ninguna teoría de la física puede ser una causa inicial, ya que todavía nos preguntaríamos porqué la naturaleza está gobernada por esa teoría, en lugar de por alguna otra. Sin embargo, en exactamente el mismo sentido, dios no puede ser tampoco una causa inicial, ya que cualquiera que fuera nuestra concepción de dios todavía nos preguntaríamos porqué el mundo está gobernado por esa clase de dios, en lugar de por alguna otra.

La «prueba» que históricamente ha sido más persuasiva es el argumento del diseño. Se supone que el mundo en general (y la vida en particular) está conformado tan maravillosamente que únicamente podría ser el resultado del trabajo del diseñador supremo. El gran logro de los científicos, desde Newton hasta Crick y Dawkins ha sido la refutación de este argumento explicando al mundo.

Me inquieta que Thomas Nagel en el New Republic deje de lado a Dawkins por ser un «filósofo aficionado», mientras que Terry Eagleton en el London Review of Books se burla de Dawkins por sus carencias de entrenamiento teológico. ¿Debemos concluir entonces que las opiniones en materia de filosofía o de religión pueden ser expresadas únicamente por expertos, y no por simples científicos o por gente común? Eso sería como decir que únicamente los cientistas políticos pueden justificar la expresión de su visión sobre la política. El juicio de Eagleton es particularmente inapropiado; es como decir que nadie está calificado para juzgar la validez de la astrología, a menos que pueda producir un horóscopo.

Donde yo creo que Dawkins se equivoca es en que, como Enrique V en Agincourt, no parece darse cuenta de la extensión de la victoria de su bando. Dejando de lado el ascenso del islam en Europa, la caída de la creencia cristiana seria entre los europeos está tan ampliamente demostrada que Dawkins se dirige a los Estados Unidos para encontrar la mayoría de sus ejemplos sobre la creencia religiosa reaccionaria. Atribuye el gran respeto por la religión en los EE.UU. al hecho de que los norteamericanos nunca han tenido una iglesia establecida, una idea que puede haber tomado de Tocqueville.

Pero si bien la mayoría de los estadounidenses puede estar segura del valor de la religión, hasta donde yo puedo ver no está muy segura sobre la verdad de lo que enseña su propia religión. Según un artículo reciente del New York Times, los evangelistas estadounidenses están desesperados por una encuesta que demostró que únicamente el 4% de los adolescentes norteamericanos serán «cristianos creyentes de la Biblia» cuando alcancen la edad adulta.

La difusión de la tolerancia religiosa proporciona evidencia del debilitamiento de la certeza religiosa. Históricamente, la mayoría de los grupos cristianos ha enseñado que no hay salvación sin la fe en Cristo. Si se está realmente seguro de que cualquiera que no posea esa fe está condenado a un infierno eterno, entonces la propagación de la fe y la eliminación de la incredulidad serían lógicamente las cosas más importantes del mundo, mucho más importantes que cualquier otra virtud secular tal como la tolerancia religiosa. Sin embargo, la tolerancia religiosa campea por sus fueros en Norteamérica. Nadie que haya expresado públicamente su falta de respeto por cualquier religión en particular podría ser elegido para un alto cargo público.

Incluso cuando los ateos norteamericanos puedan tener problemas para ganar elecciones, los estadounidenses son bastante tolerantes con nosotros los incrédulos. Mis muchos buenos amigos en Texas que son cristianos profesos ni siquiera intentan convertirme. Esto podría ser tomado como evidencia de que a ellos no les importa realmente si yo paso la eternidad en el infierno, pero prefiero pensar (y tanto baptistas como presbiterianos lo han admitido frente a mí) que no están del todo seguros con respecto al cielo y al infierno.

A menudo he escuchado la afirmación (una vez por voz de un sacerdote estadounidense) que no es tan importante lo que uno cree; lo importante es como nos tratamos unos a otros. Por supuesto, aplaudo este sentimiento, pero imaginémonos intentando explicar eso de «no importa lo que uno crea» a Lutero, a Calvinoo a San Pablo. Afirmaciones como ésta muestra una retirada masiva de la cristiandad del terreno que alguna vez ocupó, una retirada que no puede ser atribuida a una nueva revelación, sino únicamente a la pérdida de certidumbre.

Buena parte del debilitamiento de la certeza religiosa en el occidente cristiano puede ser vista junto al portal de la ciencia; incluso personas cuya religión podría hacer que se inclinaran hacia la hostilidad frente a las pretensiones de la ciencia, comprenden generalmente que ellos mismos deben apoyarse en la ciencia y no en la religión para lograr que las cosas se hagan. Pero nada parecido a esto ha sucedido, con los mismos alcances, en el mundo del islam.

Uno encuentra en los países islámicos no solamente la oposición religiosa a teorías científicas específicas, como sucede ocasionalmente en occidente, sino también una extensa hostilidad religiosa hacia la ciencia misma. Mi difunto amigo, el distinguido físico paquistaní Abdus Salam, intentó convencer a los mandatarios de los ricos estados petroleros del Golfo Pérsico para que invirtieran en educación e investigación científicas, pero descubrió que si bien se mostraban entusiasmados con la tecnología, sentían que la ciencia pura representaba un reto muy grande para la fe.

En 1981, la Hermandad Islamita de Egipto pidió el fin de la educación científica. En las áreas de la ciencia que conozco mejor, aunque hay científicos talentosos de origen islámico trabajando productivamente en occidente, a lo largo de cuarenta años no he visto un simple artículo realizado por un físico o un astrónomo que trabajara en un país islámico y que valiera la pena leer. Esto es así pese al hecho de que en el siglo IX, cuando la ciencia apenas si existía en Europa, el mayor centro mundial de investigación científica se encontraba en la Casa de la Sabiduría en Bagdad.

El islam se volvió contra la ciencia en el siglo XII. La figura más influyente fue el filósofo Abu Hamid al-Ghazzali, quien argumentó en La incoherencia de los filósofos contra la idea misma de leyes de la naturaleza, sobre la base de que cualquiera de esas leyes pondría en cadenas las manos de dios. Según al-Ghazzali, un montón de algodón colocado sobre las llamas no se oscurece y arde a causa del calor, sino porque dios quiere que se oscurezca y se queme. Después de al-Ghazzali, no hubo más ciencia digna de mención en los países islámicos.

Las consecuencias son horrorosas. Sea lo que sea que se opine sobre los islamitas que se vuelan a sí mismos en ciudades atiborradas de gente en Europa o Israel, o que choquen con aeroplanos en edificios de los EE.UU., ¿quién discutiría que la certeza de su fe tiene algo que ver con el asunto?

George W. Bush y muchos otros quisieran que nosotros creyéramos que el terrorismo es una distorsión del islam, y que el islam es una religión de paz. Por supuesto, decir esto es una buena política, pero las afirmaciones sobre lo que es el islam tienen poco sentido.

El islam, como todas las otras religiones, fue creado por personas, y existen potencialmente tantas versiones diferentes del islam como hay personas que declaran ser islamitas (la misma afirmación se aplica a la opinión altamente personal de Eagleton sobre lo que “es” el cristianismo). No sé sobre qué bases uno puede decir que una persona pacífica y bien intencionada como Abdus Salam es más o menos islamita que los asesinos guerreros islámicos del Hezbollah y de la Jihad Islámica, que los clérigos de todo el mundo islamita que incitan al odio y a la violencia, o que aquellos islamitas que hacen manifestaciones contra supuestos insultos contra su fe, pero no contra las atrocidades cometidas en su nombre (incidentalmente, Abdus Salamse veía a sí mismo como un islamita devoto, pero pertenecía a una secta que la mayoría de los islamitas considera herética, y por años no se le permitió regresar a Paquistán).

Dawkins trata al islam como simplemente otra religión deplorable, pero hay una diferencia. La ecuanimidad de Richard Dawkins es bien intencionada, pero está fuera de lugar. Comparto su falta de respeto por todas las religiones, pero en nuestros tiempos es tonto despreciarlas a todas ellas por igual.

Una mirada escéptica al mormonismo

Por: Ferney Yesyd Rodríguez

TOMADO DE SINDIOSES.ORG

La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los últimos Días es un grupo religioso que está creciendo aceleradamente. Según su presidente, el señor Gordon B. Hinckley, en el programa televisivo Larry King Live cada año hay 40.000 nuevos mormones, ya sea por que nacieron en una familia mormona o porque fueron convertidos a este grupo. Si se tiene en cuenta que la feligresía de esta comunidad se acerca a los diez millones el crecimiento anual es del 0,4%. Pero, ¿Qué tiene de particular esta confesión religiosa para ser mirada con incredulidad por agnósticos y ateos? Las dos razones principales son su supuesto origen profético y la discordancia de sus libros inspirados con la historia prehispánica de América. Para explorar mejor estas dos razones es necesario revisar la historia de esta iglesia.

Historia denominacional
Este grupo religioso se originó en los Estados Unidos de Norteamérica alrededor del año de 1830.
El fundador de este movimiento fue el neoyorquino José Smith (1805-1844) quien es a la vez el “profeta” de esta fe y el traductor por voluntad divina -según él- del Libro de Mormón, el cual es uno de sus libros guías junto con otros como La Biblia, Doctrinas y Convenios y la Perla de Gran Precio. En el Libro de Mormón se narra la historia de supuestos israelitas que llegaron a América desde el Viejo Mundo en tiempos prehispánicos. José Smith sostenía además, que los indígenas americanos descienden de las tribus israelitas. En el año 1820, el señor Smith tiene su primera visión en la que se le dice que todas las religiones están en el error y por eso no debe unirse a ninguna. En este año se le presenta el ángel “Moroni” quien le habla de la historia antigua de los israelitas en América. Se le dice que el libro lo encontrará escrito en unas planchas de oro y que junto a él, encontrará dos piedras: El Urim y el Tumín, que le servirán para traducirlo.

Al día siguiente el “profeta” halla las planchas de oro en un cofre de piedra en el monte Cumorah (Nueva York). Desde 1823 hasta 1827, el profeta va al monte cada 22 de septiembre para acudir a una charla con el ángel con el fin de recibir instrucción. Es importante resaltar que existen registros legales del Estado de Nueva York que demuestran la gran afición del Sr. Smith por buscar tesoros perdidos y por adivinar la suerte, tal aspecto deja mucho que desear. Supuestamente en 1827 recibió las planchas de oro, y entre diciembre de 1827 y febrero de 1828, José Smith tradujo algunos caracteres, claro está, recurriendo a la ayuda del Urim y el Tumín. En este mismo año se le une como secretario el señor Martín Harris, quien termina siendo despedido por mostrar una porción traducida del Libro de Mormón. En 1829, Smith nombra como nuevo secretario a Oliverio Crowdey, el cual sirve de amanuense al profeta Smith. El 15 mayo de ese año se les aparece en el bosque a Crowdey y a Smith el mismísimo Juan el Bautista.
También en este año se les concede a tres testigos el privilegio de ver las planchas de oro (claro, ¡con tres testigos ya no hay posibilidad de que se trate de un fraude! ¿Verdad?) En 1837, los mormones inician su carrera capitalista: Fundan la Sociedad Bancaria de Kirtland, la cual caería en bancarrota dos años después. En 1838, ocurre un acontecimiento, que resulta muy interesante para los críticos escépticos: Dos de los testigos especiales, Oliverio Cowdery y David Whitmer son excomulgados; el año anterior había sido excomulgado Martin Harris, por lo tanto el mormonismo se queda sin los testigos de la existencia de las planchas de oro.

Inconsistencias históricas del Libro de Mormón
El libro de Mormón también despierta la incredulidad de los racionalistas al examinar las referencias históricas que contiene. Examinaremos tres importantes razones Poblamiento de América.
En el Libro de Mormón hay una historia sobre un supuesto segundo viaje judío a América que fue hecho en el 600 A. C. Después de llegar a América, los judíos se dividieron en dos grupos: los buenos (los nefitas) y los malos (los lamanitas). Estos últimos, los castiga Dios, volviéndoles la piel oscura por su maldad; de ahí vendrían los indígenas americanos. Sin embargo, las pruebas genéticas no dan el menor indicio de que los indígenas americanos desciendan de inmigrantes semitas. De otro lado, no hay pruebas de que hubiera una migración a América después del 600 A. C. Al examinar los datos aportados por los arqueólogos nos damos cuenta que hay presencia humana en América desde hace 40000 años. Un descubrimiento reciente que corrobora esta hipótesis fue hecho en una cueva de Alaska, por el paleontólogo Timothy Heaton (National Geographic, diciembre de 2000).
Estos descubrimientos apoyan la idea de que América estaba habitada desde la edad de hielo por gente venida desde Siberia. (Cabe resaltar que las obras evangélicas, y adventistas que confrontan el mormonismo no debaten este tema pues ellos mismos resultarían afectados, pues el creacionismo estricto (Old earth-creationism) sostiene una edad de la Tierra cercana a los 6 mil años.

Ciudades, cereales, ovejas y armas de hierro en América
En el Libro de Mormón se menciona que en la América prehispánica existían rebaños y cultivos similares a los del Viejo Mundo, además de ciudades semejantes a las del antiguo Oriente Medio. Los paleobotánicos (estudiosos de la flora en tiempos prehistóricos) hacen perforaciones en el suelo y examinan el polen de las plantas del pasado (las especies más antiguas están más abajo y las más recientes están en las capas superiores).
Es curioso notar que ningún estudio realizado ha revelado el hallazgo de polen de trigo, cebada u otras plantas cultivadas en el Viejo Mundo en tiempos prehispánicos. Los indígenas americanos no conocían la lana de las ovejas (como aparece erróneamente ilustrado en las obras mormonas) sino que confeccionaban su ropa de algodón; sólo los incas utilizaron a las llamas para proveerse de materia prima para sus prendas. En el Libro de Mormón hay un libro llamado Alma que en su capítulo 53 menciona la reunión de 2000 jóvenes para una lucha; las armas ilustradas son espadas, escudos, lanzas, en fin, toda una dotación militar semejante a la utilizada por los pueblos del Viejo Mundo. Pero de nuevo, jamás se ha encontrado un yacimiento arqueológico que muestre que existían estos instrumentos en tiempos prehispánicos.

Cuando un escéptico examina una idea hace una predicción sobre esta y luego mira si esta predicción se cumple o no, y sobre esta base se acepta o se rechaza la hipótesis. En este caso en particular, los escépticos esperamos que si en América se desarrollaron los acontecimientos de la manera descrita por el libro de Mormón deberíamos encontrar yacimientos arqueológicos con lana, huesos de ovejas, cereales, polen de trigo, espadas de hierro, o deberían mencionarse estos objetos en las narraciones indígenas. ¿Ocurre esto? La respuesta es un rotundo no. El Libro de Mormón (3 Nefi 8) señala la existencia de varias ciudades que fueron destruidas en el momento que Jesús murió, supuestamente en el 33 D. C. Pero como siempre con los relatos mormones, no existe rastro de ninguna ciudad arrasada en esa fecha. No creo que encontrar los restos de estas ciudades, de existir, fuesen difíciles de encontrar: ¿dónde se encontraría la mayor cantidad de población de América? La respuesta es fácil: En los mismos lugares donde hoy abunda, porque el establecimiento de poblaciones depende de la productividad de la tierra.
Pero nuevamente los hallazgos de ciudades amuralladas, con habitantes con una religión y cultura similar a la judía, con lana de ovejas, espadas y escrituras en planchas de metal son inexistentes.

Lenguajes americanos de origen semita
Según las propuestas mormonas los pobladores nativos de América serían de origen semita, pero no hay la más remota relación lingüística entre cualquier idioma nativo americano y el hebreo. Otra ciencia más se pone en contra de los supuestos hechos del libro del Mormón.

¿Racismo en el libro del Mormón?
El libro de Mormón maneja una historia de simple dicotomía: Los buenos (los nefitas) y los malos (los lamanitas). Aparte de esto es curioso que se narra que como castigo a los lamanitas Dios volvió oscura la piel de estos. Las citas del Libro de Mormón que dejan ver esta tendencia racista son: 2 Nefi 5: 21, 24 y Jacob 1:14. El texto abreviado para niños dice: “Lamán y Lemuel y su gente, fueron llamados lamanitas: Estos no trabajan: Fueron inicuos. Dios hizo que su piel fuera oscura” En las ilustraciones que siguen a esa parte, cada vez que se refieren a los “lamanitas” aparecen dibujados indígenas americanos con aspecto de incas, mayas o aztecas.
Es importante notar que en el siglo XIX, cuando vivió José Smith, había un fuerte creencia en la inferioridad racial de negros e indios. Muchos religiosos de la época llegaron a decir que las personas de piel oscura descendían de Cam, el hijo malvado de Noé en el mito del diluvio, que avisó a sus hermanos para que vieran la desnudez de su padre embriagado. Otros religiosos del siglo XIX creían que los negros no tenían alma y por lo tanto no era necesario hacer esfuerzos para su evangelización. La narración racista de José Smith refleja un prejuicio de la época victoriana y no una realidad histórica del pasado de América.

¿Es de origen divino el Libro de Mormón?
Un manto de duda cubre al Libro del Mormón, pues las planchas de oro, de las cuales se extrajo el mensaje, estuvieron siempre ocultas. Es sospechoso que el ángel Moroni haya prohibido dejar ver las planchas de oro a cualquier persona diferente a José Smith, pues años después permitiría que tres testigos las observaran.
Si la acción de mostrar al público las planchas de oro a tres testigos tenía como objetivo presentar la evidencia sobre la que la fe mormona está fundamentada, ¿por qué no mostrarla a todo el mundo? ¿Por qué no dejarla examinar por arqueólogos para que por pruebas de datación confirmaran su antigüedad y permitir además que estudiosos de lenguas muertas vieran estas planchas? Creo que de permitirse el escrutinio de los arqueólogos las planchas de oro de José Smith rivalizarían en importancia con la piedra de Rosetta o con las tabillas de escritura cuneiforme de Mesopotamía. ¿Por qué este recelo? En mi opinión, las probabilidades de que el Libro de Mormón sea un fraude son muy altas. Un estudio detallado revela que José Smith se valió de referencias de La Biblia y de obras de Shakespeare para escribir este libro. Este análisis fue hecho por el pastor adventista Daniel Scarone en su libro Mormonismo la historia que pocos conocen. (Curiosamente el escepticismo que aplica este pastor adventista para examinar el profeticismo de un credo que compite con el suyo por nuevos conversos no es aplicado para examinar a la profetisa de su denominación, la señora Elena G. de White.)
En el libro de Mormón, específicamente en 2 Nefí 1:14, se puede leer una frase de Shakespeare: “¡Despertad! y surgid del polvo, y escuchad las palabras de un padre tembloroso, cuyos miembros pronto depositaréis en la fría y silenciosa fosa, de donde ningún viajero puede regresar”. Esta frase suena muy similar a una línea de Hamlet, tercer acto, escena primera, en el pasaje donde se encuentra el conocido “ser o no ser”: “pero ese, el pavor por algo después de la muerte, el país ignoto de cuyas fronteras ningún viajero regresa, confunde la voluntad”.
El parecido es más notable en inglés: Awake! and arise from the dust, and hear the words of a trembling parent, whose limbs ye must soon lay down in the cold and silent grave, from whence no traveller can return; (2 Nefí 1:14) But that the dread of something after death, / The undiscover`d country from whose bourn / No traveller returns, puzzles the will (Hamlet, Acto III, escena I) Según los mormones, el pasaje del Libro de Mormón fue escrito entre el 588 y el 570 A.C. pero el texto en el cual se inspiró, Hamlet, fue escrito en 1564 D. C. Otra similitud notable se da entre el libro de Alma y la confesión de Westminster, la cual fue escrita en noviembre de 1646.

Una importante profecía sin cumplimiento
Este texto estaría incompleto si no hiciese referencia a una profecía que no se cumplió, la cual fue recibida, según José Smith, el 2 de abril de 1843. En ella se puede ver una creencia en la inminente venida del Señor Jesucristo. La profecía se puede leer en el libro Doctrinas y Convenios, capitulo130, versículos 12-15. “Yo profetizo en nombre del Señor Dios, que las dificultades que causarán el derrame de mucha sangre antes de la venida del Hijo del Hombre, empezarán en la Carolina del Sur. Probablemente, surgirán a causa del problema de los esclavos”. Así lo declaró una voz mientras oraba en cuanto al asunto, el 25 de diciembre de 1832.

En una ocasión estaba orando muy sinceramente para saber la hora de la venida del Hijo del Hombre, cuando oí una voz repetirme lo siguiente: José, hijo mío, si vives hasta cumplir 85 años, verás la faz del Hijo del Hombre; por tanto que te baste esto, y no me molestes más sobre el asunto.” En esta “profecía” se ve que en realidad José Smith interpreta los acontecimientos políticos de su época y de allí se desprenden predicciones en las que deposita su fe en un segundo advenimiento de Jesús. ¿Por que afirmó esto? Porque en 1843 el problema de los esclavos era el asunto político más importante en los Estados Unidos. Aunque en la “profecía” no se menciona fecha alguna para la venida del Señor Jesucristo sí se puede deducir. Como “la voz” le dijo que si llegaba a la edad de 85 años lograría ver el rostro de Jesús, se puede hacer la inferencia. José Smith nació en el año de 1805, para el año de 1890 tendría 85 años pero 1890 vino, se fue, y nada pasó. Por otra parte, la expresión de “si vives” y “probablemente surgirán a causa del problema de los esclavos” colocadas en los labios de un dios que lo sabe todo, deja ver muchas dudas sobre su omnisciencia. ¿Acaso no sabía lo que iba a pasar? Una reflexión final Las religiones, de cualquier ropaje, y los místicos de la Nueva Era nos venden la idea que la fe es una virtud.

Pero sostengo que ésta es un insulto a la inteligencia humana. El escepticismo es la virtud. Creo que todos los seres humanos debemos evaluar críticamente lo que se nos presenta antes de aceptarlo sin importar cuantas personas lo creen, o que tan antigua sea. En 1830 eran pocos los que creían que existieron pueblos americanos descendientes de inmigrantes semitas a los cuales Jesús visitó en persona después de su resurrección; unos años más tarde casi todo el estado de Utah los creía. Ahora, más de 10 millones de personas en todo el mundo acepta estas historias. Así pasa con las historias sagradas. Así ocurrió con el mito de la ascensión a los cielos de la virgen María, el nacimiento virginal de Jesús o las 550 historias de las reencarnaciones anteriores del Buda compiladas en el libro de Jataka.

La Iglesia Universal del Reino de Dios

Por: Alfredo Silletta

 

TOMADO DE SINDIOSES.ORG

La Iglesia Universal del Reino de Dios fue fundada por Edir Macedo en Brasil durante 1977. Macedo, quien se autoproclamó ?Obispo?, anteriormente había trabajado como cajero de la lotería del Estado de Río de Janeiro. Actualmente existen más de 2.000 templos en todo Brasil, con un promedio de 6 millones de miembros. La Iglesia esta en mas de 40 países (por todo América Latina, en algunas ciudades de Estados Unidos, Europa, Africa y Asia). Poseen, solo en Brasil, un Banco, dos periódicos, una revista, 30 emisoras de radio y la red televisiva TV Récord con 25 repetidoras en todo en el territorio. Desde hace varios años la Justicia y el gobierno del Brasil investigan a los lideres por presuntas vinculaciones con el Cartel de Cali y el lavado de dinero. En 1990 instalaron el primer templo en Argentina. Hoy se han expandido por todo el territorio y han adquirido espacios en varias radios de todo el territorio argentino. Inicios y doctrina A los 20 años el joven Edir Macedo abandonó el catolicismo y se convirtió al pentecostalismo, ingresando a la iglesia Nova Vida. Permaneció allí durante 10 años antes de abandonarla por ?elitista?. En 1977, junto a un grupo de amigos abrió un pequeño local en un barrio pobre de Río de Janeiro. Se declaró ?Obispo? y fundó la Iglesia Universal del Reino de Dios. En los primeros tiempos apenas sobrevivía económicamente hasta que una feligresa vendió un terreno y le donó el dinero. En ese momento compro 10 minutos por día en la radio Río Metropolitana. Comenzó el éxito. Para 1980 tenia varias horas de radio y una hora de televisión en el canal Río Tupí. Abrió un local en la ciudad de San Pablo y para 1982 compró la primera emisora radial: Rio Copacabana-. Su carisma, falta de límites y el uso de técnicas de manipulación produjeron una explosión en su iglesia y un crecimiento imparable. Para un observador no estudioso del fenómeno religioso, la Iglesia Universal parecería un grupo similar a otros evangélicos pentecostales. Por ejemplo creen en la deidad de Jesucristo, la Trinidad, la resurrección corporal de Jesucristo y la salvación por gracia a través de la fe. Sin embargo, el obispo Macedo incorporó nuevos elementos a su doctrina que poco tienen que ver con lo bíblico. Para sanarse venden ?piedras de la tumba de Jesús?, ?el agua bendita del río Jordán?, ?la rosa milagrosa?, ?sal bendecida por el Espíritu Santo?. Y como si esto fuera poco invitan a los fieles a participar de las reuniones y ?comer el pan bendecido para curar enfermedades?. Pero la doctrina central del Obispo Macedo es la lucha contra los demonios y la teología de la prosperidad: Demonios y más demonios La Iglesia Universal practica la liberación de demonios en los fieles. En todos sus templos se ora por la liberación de espíritus, tales como hechicería, adulterio, fornicación, celos, pleitos, envidias, borracheras, etc. En uno de sus libros el obispo Macedo dice: “Hay algunas enfermedades que caracterizan posesión(por el diablo): la neurosis, dolores de cabeza constantes, el insomnio, temor, desmayos, o ataques; deseos suicidas, las enfermedades que los doctores no pueden descubrir, vicios y depresión”. Y como si todo esto fuera poco culpa al demonio por la homosexualidad y el SIDA. En el semanario oficial llamado Tribuna Universal puede leerse en la primera página: “SIDA, la epidemia de la década puede curarse si cree (en Jesús)”. En el interior del periódico cuentan que un angoleño, portador del virus mortal comenzó a participar de las sesiones de la Iglesia y que luego de una oración muy fuerte ?sintió? como el mal había sido arrancado de su cuerpo. Luego explican que el joven fue al médico y los síntomas habían desaparecidos. Merece destacarse que todo este tipo de practicas y la culpa constante al diablo produce temor en los fieles y obediencia ciega a las autoridades de la Iglesia. Dinero, dinero y más dinero Desde un principio Edir Macedo copió de los predicadores norteamericanos la llamada teología de la prosperidad. Los fieles deben entregar sus diezmos para no ser conducidos a las garras de Satanás. Un pastor dice sin vacilar: “Hay una guerra adentro de cada uno de nosotros. Dios quiere que usted de, pero el diablo sostiene su billetera. Venga, venga ahora. Mañana usted podría estar muerto. Si usted no paga a Dios, usted paga al diablo”. En la Iglesia Universal las reuniones duran aproximadamente dos horas con la mitad del tiempo dedicada a la Biblia y la otra mitad a recaudar dinero. Veamos otros ejemplos: ? Si quieres salir de la miseria, si quieres obtener un empleo, si quieres sanarte de una enfermedad debes aportar tu diezmo. ? Dios dijo: traed los diezmos. Cuando usted da su diezmo, Dios abre las ventanas del cielo y derrama bendiciones. ? El diezmo no es solo del sueldo, también de su jubilación o su pensión. ? Si no aportas tu diezmo el dinero va desapareciendo porque el demonio devorador ha entrado. ? Saquen todas las monedas que ustedes tienen. Yo no quiero sacar diez centavos. Eso no existe. Quiero todas las monedas porque ellas representan la miseria. ? Si diezmas consigues trabajo. El diezmo no es una donación es una devolución. ? Honra a Dios con tus bienes. El tema de la recaudación de dinero ha sido sin lugar a dudas el gran invento-negocio de Macedo. A diferencia de otros cultos pentecostales que prometen a sus fieles la felicidad en el ?mas allá?, Macedo asegura que Dios dará las gratificaciones de sus fieles aquí en la Tierra. De allí que si uno entrega mas dinero tendrá mas posibilidades de ser rico en esta vida. Macedo dice: “Yo no sigo a un Dios pobre. Si su Dios es pobre es porque sus pensamientos son pobres… La pobreza es del diablo; no de Dios”. Un dato interesante es que no solamente la Iglesia Católica denuncia a la Iglesia Universal. Las Asociaciones Evangélicas del Brasil los han denunciado por “utilizar métodos manipulativos para obtener dinero”. Martín Dreher, un prestigioso pastor luterano brasileño expresa que este grupo “es contrario a todo lo que uno se imagina como Iglesia, pues hay una mezcla de lo comercial con lo divino. La gracia y la comunicación dejan de ser temas centrales y también del pecado. Los demonios son culpables por todas las desgracias del mundo. La función de la Iglesia es ?quebrar hechizos, con un lenguaje que se aproxima mucho a los cultos afro-amerindios”. Un imperio político-económico-religioso En los suplementos económicos de los diarios brasileños se pueden leer este tipo de noticias, sorpresivas para los argentinos,: “La Iglesia Universal factura mas que Autolatina: En un año la Iglesia tuvo una ganancia de 735 millones de dólares mientras que Autolatina solo 337 millones, siendo la mejor empresa privada del país.” En menos de 20 años, Edir Macedo convirtió un pequeño local alquilado de un barrio humilde de Río de Janeiro en el más grande brasileño multinacional. Hoy la Iglesia Universal cuando con 6 millones de fieles y 1.000 millones de ingreso anual que produce, libre de impuestos, sus 3.000 templos distribuidos mayoritariamente en Brasil y en 46 países de todo el mundo. Preguntarse de donde sale el dinero es fácil de responder. La Iglesia Universal cuenta en todos sus templos, mas de 2.000 solo en Brasil, con cinco cultos por día donde los fieles son incentivados a donar su diezmo. Macedo ha organizado su empresa en forma piramidal, él es el dueño, lo siguen un grupo selecto de obispos, que discuten dos veces por año las políticas ha seguir, y más de 7.000 pastores que cobran un sueldo de 700 dólares, reciben una casa y un auto cuando pastorean mas de un templo. Lo que se dice un negocio redondo. Quienes conocen al Obispo Macedo dicen que su sueño es convertir al Brasil en un estado religioso y gobernar con mano dura y mesiánica. El trata de desmentirlo al señalar que “Dios me eligió para predicar el Evangelio al pobre en el espíritu, para liberar a los oprimidos por el diablo y anunciar el perdón de Jesucristo”. Lo concreto es que Macedo concentra su capital, además de sus templos, en ser el dueño más importante de medios de comunicación. Es el propietario de dos periódicos con más de un millón de ejemplares, de 30 emisoras de radio y de la segunda red de televisión más importante del Brasil. En 1989, inesperadamente compró la tradicional cadena de televisión TV Récord con 25 repetidoras en todo el país. En un principio la cadena televisiva se convirtió en un púlpito de 24 horas y muchos creyeron que seria el final de su experiencia televisiva. Pero al poco tiempo contrató un servicio de noticias independiente, adquirió los mejores filmes de Estados Unidos y obtuvo los derechos de televisación del San Pablo, uno de los equipos del fútbol mas populares. Hoy se ha convertido en una rival de la famosa red Globo. Por otra parte en el exterior ha comprado y contratado emisoras en Portugal, Mozambique y Argentina. No conforme con sus negocios religiosos-televisivos, el obispo Macedo decidió incursionar en la política partidaria. La actividad comenzó en 1986 cuando patrocinó varios candidatos a diputados que le prometieron beneficios para la Iglesia. Hoy la Iglesia Universal presenta sus propios candidatos y en las ultimas elecciones logro 34 diputados y se consolidó como la fuerza evangelica mas importarte de la Camara de Diputados en Brasil. El proyecto político de Macedo es muy serio. La consigna es Hermano, vota por hermanos. Para su triunfo político no escatima esfuerzos. Solo en San Pablo distribuye mas de un millón y medio de alimentos. Para el sociólogo brasileño Alexandre Fonseca existen varios motivos para que los fieles no duden en votar los candidatos de la Iglesia Universal, pero sobre todo sobresale la idea de que son perseguidos. El mismo Macedo decía en un acto masivo en el Maracaná: “Nos persiguen porque estamos en el camino cierto. Tenemos que escoger de acuerdo con aquellos que nos van a ayudar. Los otros nos persiguen, la Iglesia Católica nos persigue”. Por otro lado no debemos olvidarnos que en esta secta donde conviven el fanatismo, la ignorancia y la alienación es mas sencillo presionar a los adeptos que voten a los propios candidatos ya que viven bastante aislados de la sociedad real. Macedo les pide a sus fieles que se aíslen del mundo: “busca la amistad entre la gente de la misma fe y evita cualquier charla o contacto que pueda comprometer tu salvación”. A mediados de 1990 la Justicia brasileña comenzó a investigar al Obispo Macedo y los negocios de la Iglesia Universal. En 1992 terminó preso durante 12 días acusado de defraudación y malversación ya que su cuenta bancaria había acumulado mas de 100 millones de dólares. Al final sus abogados lograron la absolución en el proceso judicial. En 1995, Carlos Magnos de Miranda, un obispo disidente de la Iglesia Universal, relató que narcotraficantes colombianos habían entregado en 1989 varios millones de dólares para la compra de TV Récord, la cadena televisiva; que Macedo utilizaba la Iglesia para el lavado de dinero del Cartel de Cali y utilizaba un doble contabilidad para evadir al fisco. Las declaraciones produjeron un gran revuelo en la sociedad brasileña. La Justicia comenzó a investigar a Macedo por fraude fiscal, extorsión a sus fieles para obtener contribuciones y lazos con el narcotrafico. El juez Guillermo Calmon allanó 12 locales de la secta y ordeno levantar el secreto bancario de las empresas y de los lideres de la Iglesia Universal. Paralelamente, la red televisiva Globo aprovecho para darle el golpe final a la Iglesia Universal. Mostró en la pantalla, una y otra vez, imágenes del obispo Macedo enseñándole a sus pastores a pedir dinero: ¿Entienden cómo es? Si quieren ayudar, bien. Si no, pueden irse al infierno. O contribuyen o se condenan. En otra escena se lo ve a Macedo y otros pastores en cuclillas sobre un montón de billetes. Pero faltaba la gota que rebasaría el vaso. La red Globo obtuvo un vídeo donde se observa en el escenario de un templo a un pastor de la Iglesia Universal del Reino de Dios pateando y rompiendo en pedazos la figura de la patrona del Brasil, Nuestra Señora de Aparecida. Ante la gravísima situación que irritó a millones de católicos brasileños y que anunciaba una guerra santa, la Confederación Nacional de Obispos (CNBB) pidió a los fieles no responder los ataques y solo realizar actos de desagravio a la patrona del Brasil. Paralelamente Macedo, desde su residencia en los Estados Unidos, pidió disculpas a la grey católica justificando la juventud del pastor, aunque su respuesta no fue muy creíble ya que en otros discursos ha señalado: “No somos locos ni idiotas para venerar una imagen de madera, metal o piedra”. En la Argentina La Iglesia Universal del Reino de Dios llegó a la Argentina en 1990. En un principio se instalaron más activamente en el interior del país, especialmente en las provincias del Norte y la capital de Córdoba. Cuando se consolidaron empezaron una actividad agresiva en Capital y Gran Buenos Aires con la apertura de gran cantidad de templos. En octubre 1995 el Obispo Macedo viajó a Buenos Aires e inauguró un moderno edificio de cinco plantas ubicado en Avenida Rivadavia 7258, a pocas cuadras de la plaza Flores. Por otra parte en el microcentro abrieron un local en la peatonal Lavalle al 940. A partir del crecimiento masivo en el país compraron las 24 horas de programación de Radio Argentina, una AM con llegada a todo el territorio nacional. La radio tiene un formato similar a las emisoras brasileñas donde se promocionan las actividades de la Iglesia Universal. La conducción de los programas la realizan pastores brasileños que hablan portuñol. Los títulos de los programas son similares: Punto de Fe, Pare de Sufrir, Línea Directa, Milagros de Fe, etc. En todos se pasan testimonios de fieles que han vencido al demonio o que gracias al diezmo son personas felices. La emisora no tiene casi publicidad. Merece recordarse que el CONFER no autoriza por ley que ningún grupo religioso extranjero obtenga una licencia. A mediados de 1995, la Iglesia Universal había comprado el cierre de transmisión de Canal 9 pero el escándalo del lavado de dinero en Brasil llevó a que las autoridades de la emisora levantaran el ciclo. En enero de 1996 el Registro Nacional de Cultos a cargo del Dr. Angel Centeno paralizó la apertura de seis nuevos locales y las radicaciones de pastores brasileños debido al agravio sufrido por otra religión, en este caso la católica, por la destrucción de la imagen de la virgen María. Cuatro meses después la situación se regularizó cuando los responsables de Argentina pidieron disculpas por lo sucedido en Brasil. Actualmente residen en el país aproximadamente 20 pastores de origen brasileño. Paralelamente a la actuación del Registro de Cultos, el Juzgado Federal N° 3 a cargo del juez Ballesteros los investigó de oficio por el supuesto delito de lavado de dinero, sin que se pudiera obtener pistas concretas.